viernes, 30 de enero de 2015

La espada de los cincuenta años. Mark Z. Danielewski




     "Tal vez porque
la crónica de cualquier relato 
de fantasmas es en sí otro relato
de fantasmas, es decir, un
relato completamente distinto, 
suponiendo que algo de lo que
sigue se pueda considerar en
justicia un relato de fantasmas,
en lugar de un artefacto que
escarba en los mecanismos
prejuicios y expresiones
extrañamente sesgadas de Las 
cinco personas ..."

     Así comienza el aviso que da el autor al abrir el libro que os presento hoy, dejando claro que estamos leyendo a Danielewski, el mismo que nos angustió en sus páginas apenas sin texto cuando leíamos La casa de hojas, un libro que disfruté mucho. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, La espada de los cincuenta años.

     Conocemos como Chintana, una costurera divorciada por una infidelidad de su marido, es invitada a una fiesta que guarda una relación con el dato que os acabo de dar. A esta fiesta acuden cinco niños huérfanos y un cuentacuentos. Un cuentacuentos con mucho que contar, como no puede ser de otro modo, y con un maletín que tal vez contenga LEDL50A.

     Danielewski demostró en La casa de hojas que podía elevar el libro físico a la categoría de objeto, de tesoro que conservar, y también que disfrutar leyendo. Con un estilo en el que lo visual y lo escrito parecen mantener una lucha constante por decidir qué es lo realmente importante en su texto, nos llegó La espada de los 50 años. Y allí fuimos muchos lectores cautivados por lo visual, por esa cubierta punteada en relieve por la que pasábamos los dedos olvidándonos que los libros están concebidos para ser leídos y disfrutando simplemente del objeto. Pero vayamos al contenido, a lo que nos encontramos al pasar sus páginas.

     Narrado por cinco voces distintas que se van interrumpiendo y no son presentadas antes de tomar la palabra, el autor opta por dejarnos como marca y seña comillas de cinco colores diferentes para que usemos como guía. Poniendo un poco de atención, quizás seamos capaces de diferenciar una o dos voces ajenos a los colores, pero en realidad poco importa si lo hacemos o no. Lo que busca es la atmósfera que se crea al recordar lo sucedido de esa forma fragmentada en la que uno completa lo que dice otro. La atmósfera: ese protagonista permanente de la historia que se apoya firmemente en la parte visual de una novela que está escrita a puñados de palabras con páginas que presentan ilustraciones que parecen estar cosidas (recordemos que Chintana era costurera).
     Danielewski es un autor de esos que se han abierto paso a grandes zancadas en el panorama literario, bien sea por su obra o por la representación de la misma, pero el caso es que ya con su primera novela fue elevado casi a la categoría de genio. En esta ocasión las reacciones han sido más discordantes, y en mi caso tengo que posicionarme con los desencantados. El libro, como novela, se me queda corto, no termina de convencerme. Le falta originalidad al argumento en la misma medida que le sobra a la presentación del mismo. O quizás fui yo que llegué esperando algo a la altura de su primera obra, y las comparaciones siempre son odiosas, y más cuando se realizan con una obra como la ya citada. El caso es que, si empezaba diciendo que había una pugna entre letras y presentación, en este caso el resultado es desigual: gana la parte visual con una ventaja tremenda, y para mi no es suficiente.

     Al final me encontré una suerte de cuento, más o menos inquietante con una magnífica presentación. Porque el libro, eso hay que decirlo, es una preciosidad. Muestra de ello las fotografías de sus páginas. Y como todo lector tiene algo de fetichista de alguno de sus libros, yo voy a conservar este con sumo cuidado. Y también voy a esperar a poder leer más obras de Danielewski, reconozco que me siento atraída por su pluma, totalmente inclasificable en su conjunto.

     Y vosotros, ¿tenéis libros que conserváis como tesoros?

     Gracias

jueves, 29 de enero de 2015

Del color de la leche. Nell Leyshon




     "éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano.
          en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas. veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos. veo los árboles y veo las hojas.
          y cada hoja tiene venas que la recorren.
          y la corteza de cada árbol tiene grietas.
          no soy muy alta y mi pelo es del color de la leche.
         me llamo mary y he aprendido a deletrear mi nombre. eme. a. erre. i griega. así es como se escribe."

     Hoy traigo un título que ha ido sonando en mi entorno de forma persistente durante los últimos meses. Como si se tratara de una gripe, poco a poco iban cayendo uno tras otro en una lectura que les dejaba afectados, quizás no en cuerpo, pero si en ese espíritu lector que tenemos quienes disfrutamos de esta práctica. Al final la gripe se convirtió en epidemia y el libro consiguió el Premio a la Mejor Novela según los libreros de Madrid. Hoy traigo a mi estantería virtual, Del color de la leche.

     Conocemos a Mary, una chica de campo, acostumbrada a la vida dura, el trabajo duro y a recibir un trato más duro aún. Mary nunca se ha movido de la granja de la familia hasta que su padre la envía a cuidar a la esposa del vicario. Allí, aprenderá a leer y escribir mientras se siente totalmente desubicada, consiguiendo que las líneas negras que veía antes en los libros cobren un significado.

     este es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano, resuena como un estribillo en la mente del lector una vez que termina de leer la historia de Mary. Porque la autora, con esa aparente sencillez en estructura y vocabulario, nos ha convencido de que estamos leyendo la historia contada directamente por su protagonista, y nos lo va recordando, reafirmándose. Una niña con el pelo del color de la leche, un problema en una pierna y una lengua incapaz de estarse quieta, que no tarda en robarnos el corazón. Así es Mary, pero es muchas más cosas. Es una niña que desconoce muchas cosas de la vida exactamente igual que desconoce el nombre de objetos que no tiene o no ha utilizado, y es, sobre todo, una niña que está acostumbrada a un mundo. Su vida no es fácil, no lo ha sido nunca, no lo era en la granja familiar dominada por un padre violento y una madre que no hacía nada por evitarlo, en la que sus hermanas y ella sólo conocían el trabajo. Allí, el abuelo será quien nos haga ver un lado quizás más privado de Mary en su relación con él, en su reencuentro.. Y, sin embargo, pese a la dureza que nos relata, Mary no puede evitar echarlo de menos cuando su vida cambia  a la vicaria. En ella se vive mejor, pero nuestra protagonista no encuentra su sitio. Será allí, en su nuevo trabajo, cuando aprenda a leer y a escribir. Pero no estamos ante una de esas historias victorianas en las que tenemos una heroína que vive y lucha saliéndose con la suya, que es lo bueno. No. Este es el libro de Mary y ella lo está escribiendo con su propia mano. Y su vida nunca ha sido fácil.

      Leyshon consigue en un puñado de páginas conmover al lector en una historia desgarradora. Ha resultado además una novela realmente sorprendente, en parte porque he tenido la suerte de llegar a ella sin conocer su desarrollo más allá de lo que os he contado, ya que en caso contrario perdería una parte importante de su fuerza narrativa. En el libro, cada personaje, cada gesto narrado con una sencillez que ralla en lo simple, queda dibujado a la perfección en nuestra mente, mientras lo vemos con los ojos de una narradora que no tiene problema en dirigirse a nosotros haciéndonos totalmente partícipes de su historia. Una narradora excepcional, honesta y sincera que, sin que nos demos cuenta, no dejará que nos movamos hasta no haber leído su testimonio al completo.
     Hay muchas cosas que no cuento y que suceden en este libro. Pero tiene que ser así.

     Del color de la leche es una novela que hay que leer y también que recomendar. Una historia que merece la pena ser descubierta y que forma un dúo perfecto con la forma en que está contada.

     Y vosotros, ¿sois de los que caéis en los libros que parecen ir de mano en mano en vuestro entorno?

     Gracias

miércoles, 28 de enero de 2015

F. Daniel Kehlmann




     "Años más tarde, ya adultos desde hacía mucho y cada uno enredado en su propia desgracia, ninguno de los hijos de Arthur Friedland recordaba de quién había sido realmente la idea de ir a ver aquella tarde al hipnotizador."

     Ahora tengo la sensación de que fue hace mil años que encontré por casualidad en una librería un libro titulado "La medición del mundo" y me pasé toda la noche leyendo hasta terminarlo teniendo clase al día siguiente. Pero aún así, guardo el recuerdo de la historia que contaba y las sensaciones que me produjo. Por eso cuando la semana pasada vi este libro me fijé en el autor, y por eso sentí la imperiosa necesidad de llevármelo a casa. Y por eso también, hoy traigo a mi estantería virtual, F.

     Conocemos a Arthur Friedland un hombre que parece tener una vida mediocre. De hecho es un escritor mediocre que no logra publicar con una familia absolutamente mediocre en la que lo único que llama la atención son sus gemelos. Y los gemelos, como todo el mundo sabe no son algo tan extraordinario. Un día, tras acudir a un espectáculo de hipnotismo, decide romper con todo, coger su coche y desaparecer cambiando de vida. Y sus tres mediocres hijos nos lo recordarán veinticuatro años después mientras nos vamos enterando del derrotero que han tomado sus vidas.

     Es curioso como llaman la atención los libros de títulos tan escuetos que se quedan en una única letra. Desde aquel "Q" de Luther Bisset, o el conocido "V" de Pynchon hasta el que hoy os traigo, parece que encierran un enigma que a muchos nos atrae más que esa moda surgida hace un par de años en la que los libros llevaban títulos que bien podían equipararse a los platos del menú de un restaurante de autor. En este caso, título y diseño, son un enigma, la nebulosa letra que tal vez esconda una figura, una distorsión, un engaño... me han parecido todo un acierto.

    Pero hagamos una pequeña disección de este hombre, Arthur, que tras dejar claro que no cree en el pobre espectáculo de un hipnotista decide cambiar de vida. Deja a sus tres hijos, uno de una relación anterior y los inseparables gemelos de su matrimonio, vacía la cuenta, y desaparece. Este hombre que no publicaba, consigue entonces escribir libros que ven la luz, siendo el primero de ellos Mi nombre es Nadie; un libro que desata además una pequeña ola de suicidios y cuyo contenido nos explican brevemente. Un hombre que tal vez haya marcado con su abandono la vida de estos tres niños a los que volveremos a reconocer ya de adultos: uno de ellos, refugiado en la comida y con la fachada de un sacerdote, sigue aferrado al único regalo que le hizo su padre, un cubo rubik. Y los gemelos, dos niños que viven presos de su propia condición que les obliga a saber lo que piensa el otro, soñar sus sueños, pronunciar sus respuestas y que terminan alejándose con el único propósito de poder tener secretos que lo sean realmente, blindar una pequeña parte a esa suerte de escrutinio genético que les ha regalado la naturaliza. En esa lejanía tampoco tienen vidas plenas, también se han visto encerrados en vidas que no les agradan, vidas cerradas y carentes de un significado para hacerles felices... y presos además cada uno de un secreto, tal vez buscado para demostrarse que pueden, tal vez provocado por esa sensación de no estar completos al faltar su otra mitad, su otra voz. El caso es que los tres tienen unas vidas igual de grises y ajadas que la que tenía su padre, vidas casi desperdiciadas en rutinas que han desembocado bien en neurosis, o en adicciones azucaradas. Y todos conscientes de la existencia de su padre, es más, no pensemos que la desaparición de Arthur es permanente, no, ni mucho menos. Ahora falta saber qué provoca su reaparición y en qué forma lo hace.

     Tengo que reconocer que el libro no me ha durado nada. Está dividido en partes perfectamente estructuradas que nos permiten conocer las distintas voces de la historia. Y señalo aquí un magnífico pasaje en el que el autor nos regala una misa cantada y pensada simultáneamente por el protagonista de esta parte del libro, que consiguió arrancarme un par de risas a traición. Con una prosa salpicada de reflexiones, el autor busca sacudir al lector con una novela en la que no hay simpatías hacia ninguno de sus pobladores, aunque sí que podemos toparnos con un par o tres de incómodas situaciones que nos resulten vagamente familiares.
     El resultado es un espléndido juego de espejos, en el que el lector no puede evitar preguntarse qué pasa realmente con F y si tal vez, y sólo tal vez, el tan famoso F, (los Friedland, seguro que ya lo habéis pensado), no lleva el nombre de Nadie, y si tal vez, no estemos dentro de un laberinto como el que nos muestra en otro pasaje, en el que estamos leyendo un libro, que habla de otro libro, que es el libro... o tal vez no.

     En todo caso me ha parecido una novela diferente y con una historia francamente disfrutable que nos invita a cambiar de perspectiva y dejar que todo se difumine. Y justo en ese momento aguzar la vista y ver qué nos queda; lo importante. Veamos la F.

     Esta semana aún no os he preguntado, ¿qué libro estáis leyendo?

     Gracias

martes, 27 de enero de 2015

¿Así que quieres ser escritor? Charles Bukowski


Si no te sale ardiendo de dentro, 
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas, 
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
o clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras, 
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir 
como cualquier otro, olvídalo.

Si tienes que esperar a que salga rugiendo de tí,
espera pacientemente,
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa
o a tu novia o a tu novio
o a tus padres o a cualquiera,
no estás preparado.
No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de 
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse 
con esa gente.
No seas uno de ellos
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura
al suicidio o al asesinato, 
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de tí
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
o hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.

     Bukowski es un nombre que lleva a extremos. Por un lado tiene férreos defensores que ensalzan sus letras a la categoría de genialidad afirmando que ha sido el último escritor de la tan famosa generación Beat, y por otro quienes llevan su obra a la categoría de basura, diciendo que está basada en la simple provocación. Lo que está claro, es que la indiferencia es el único punto en el que nadie se queda.
     Por este blog ya ha pasado alguna obra suya pero hasta hoy, ningún poema. Posiblemente porque hay muy poca poesía en él. Y no porque no me guste o no la lea, sino porque soy de poemas individuales, a lo sumo un par, y un libro puede durarme semanas o meses. Pero si algo tengo claro es que Bukowski me gusta.

     Este poema, como tantos otros, no busca que el lector esté de acuerdo con él. Posiblemente, tampoco Neruda quería que sus lectores asintieran ante su famoso "me gusta cuando callas". Sin embargo, cuando leemos a Bukowski, nos sentimos provocados, espoleados en sus palabras y necesitamos dar una réplica. Ya no pensamos que es una poesía y necesitamos opinar si tiene o no razón en sus palabras, en esa prosa que va ganando velocidad y en la que se llega a sentir la ferocidad de quien las escribía. Hay desdén, hay inconformismo, hay una búsqueda permanente de la reacción del lector. Pensad por un momento que esto dicho de otra cosa, ensalzando la parte romántica de la inspiración... podríamos estar ante algo hermoso que no nos hiciera revolvernos y decir que la literatura es realmente un duro trabajo, que si eso fuera cierto las bibliotecas estarían vacías, porque acaba de quitar de en medio a quienes escriben llenando sus estantes al decirles "no lo hagas".  Pero, un momento, ya estoy opinando sobre lo que dice, ya he caído una vez más en la trampa de sus letras.
     Por eso me gusta Bukowski, porque no admite la indiferencia, me obliga a opinar.

     Y vosotros, ¿os acercáis a la poesía alguna vez?

     Gracias

lunes, 26 de enero de 2015

Un hombre al margen. Alexandre Postel




     "Pocas horas antes de que se le vinieran encima a su vida el espanto y la vergüenza, Damien North estaba llamando por teléfono a los servicios informáticos de la facultad, que era una situación en la que nunca se sentía a gusto. Ese apuro no procedía ni de las relaciones con tal o cual informático ni del desdén del que hacía profesión la mayoría de sus colegas en lo referido a la informática, sino de una impresión perturbadora: la impresión de hallarse cara a cara con los emisarios de una entidad inmaterial y omnipotente, en otras palabras, de unos ángeles de una variedad nueva, ni radiantes ni revoloteadores, sino, por el contrario, metidos, huraños y vestidos de negro de arriba abajo, en la madriguera de unos sótanos que olían a pizza fría y a cerrado, los ángeles de un Dios de fracaso y rechazo."

     Una primera novela siempre hay que leerla con más cuidado, conscientes de que estamos ante eso, una primera experiencia. Sin embargo, hay ocasiones en las que esta primera novela, cosecha un gran éxito y el premio Goncourt a la primera obra y el Landerneau; y entonces tendemos a olvidar que es un primer título y nos lanzamos a por él. Hoy hablaré de uno de esos casos, ya que hoy traigo a mi estantería virtual, Un hombre al margen.

     Conocemos a Damien Roth, un hombre viudo hace años que ha optado por continuar su vida en solitario. Es profesor universitario, tímido y con escasas dotes sociales, lo que hace que lleve una vida gris en la que nadie se fija demasiado. Sus problemas para adaptarse a la tecnología, o tal vez su falta de interés, hacen que tenga que llamar a mantenimiento, no consigue que su ordenador funcione correctamente. Y a partir de aquí se desencadena la historia: es acusado de poseer pornografía infantil y, aunque es inocente, su vida cambia radicalmente. Incluso tras ser inculpado parece que ya jamás va a poder recuperar su vida tal y como era.

     Postel nos regala en este libro una historia que da mucho en qué pensar al lector. Con un estilo directo y sencillo en el que opta por la distancia frente al dramatismo, tal vez para así marcar más distancia aún con los medios de comunicación que aparecen reflejados en la novela, consigue que el lector se sienta espectador privilegiado de esta historia. Me ha recordado en algunos momentos a Camus, tengo que reconocerlo, y tal vez por eso mi impresión sea incluso más positiva, pero en todo caso hay que reconocer que estamos ante una novela firmemente atada y que no duda en poner el dedo sobre la sociedad que nos rodea.

     La historia trata un tema complicado, como es la pornografía infantil, pero no es el tema central aunque sea el motivo, exactamente igual que no demoniza la informática ni tampoco internet, pese a que sea el desencadenante de toda la historia. Sin embargo, ahí están. Cuando nuestro protagonista es acusado, la sociedad rápidamente se gira ante un tema tan grave. Y, al igual que muchas veces sucede, es señalado con un dedo acusador y se siembra la duda incluso en su entorno más cercano. Cada rasgo de Damien, cada gesto de su vida, es ahora recordado bajo un prisma diferente, señalado. Y hay cosas que no se olvidan con tanta facilidad. Nuestro hombre no es de los que se indignan y dan voces proclamando las cosas, es tímido, apocado, y eso no juega en su favor. Cuando uno tiene el carácter de este hombre, la sociedad no perdona; sobre todo si los medios de comunicación se lanzan voraces en pos de la noticia creyendo haber encontrado el culpable perfecto. Y esta es la caída que vemos en la novela, una novela con un título magistral: Un hombre al margen. Porque puede que nuestro protagonista sea inocente de lo que se le acusa, pero no lo es de vivir al margen de la sociedad, como tampoco se libra de ser marginado por ella, teniendo así un doble juego de significados que me ha parecido espléndido. Ahora tendría que hablar de la recuperación, una vez reconocida su inocencia, sin embargo hay cosas que no son tan sencillas. Quizás uno ya no lleve una letra escarlata bordada en la ropa como en aquella famosa novela, pero hay marcas que permanecen como si se llevaran expuestas.

     Un hombre al margen me ha parecido una espléndida novela, una crítica feroz, una historia conmovedora incluso. Unos personajes sólidos y un ambiente verosímil hacen que nos planteemos si no es cierto eso que dicen de la sociedad de las apariencias y los juicios públicos. Y todo ello lo hace con una historia francamente entretenida para el lector, que necesita saber cómo acabará todo para este hombre que parece ir moviéndose empujado por la vida, como si fuera ésta la que tira de él y no al revés. Ya sabemos que es inocente, pero eso no es suficiente, la verdadera pregunta es si podrá levantarse y continuar con su vida, recuperarla, volver a empezar. Y lo realmente escalofriante es que, pese a que no sabemos dónde se desarrolla, el autor consigue meternos una idea en el cuerpo: algo así le puede pasar a cualquiera. A fin de cuentas, como decía mi abuela; la culpa está soltera porque nadie la quiere. Eso sí, cuando te la echan encima... es difícil sacudírsela. Sobre todo si es la sociedad quien nos hizo el regalo.

     Si tengo que decir la verdad, compré este libro por recomendación expresa de mi librera. Tres visitas y en las tres me lo señaló, así que me lo tuve que llevar a casa. Y, como viene siendo lo habitual, acertó, así que hoy soy yo quien lo recomienda.


     Y vosotros, ¿os dejáis guiar por recomendaciones?

     Gracias


sábado, 24 de enero de 2015

Leer como reto


Imagen: liveinternet.ru
     "Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis."
     Canción popular

     Muchas veces me habréis leído comentarios en los post que hablan de retos decir que no me apunto porque no sería capaz de disfrutarlos. Hoy, supongamos que sí, que me apunto a unos cuantos y me leo un libro... Tal y como yo lo veo, la cosa sería más o menos así:

     Veamos, si me he leído el último libro de Antonio Muñoz Molina, "Como la sombra que se va", eso significa que llevo... 3 libros de autores españoles, uno que comienza por M o por A no tengo claro si va a ser por nombre o por apellido. Mejor por apellido, sí, que luego con los japoneses puedo rellenar las letras difíciles (nota mental: y los autores que tienen una inicial en el apellido.... ¿cuenta esa inicial antes del apellido completo o la del completo?). El libro pesa...y si lo sumo a lo que ya he leído, llevo cuarto y mitad de literatura clase A (me suena a ternera) frente al kilo docientos de carne de best seller (no diré a lo que suena) que tengo que remediar. Más cosas: el libro es blanco; mira que es sencillo leer libros blancos y gracias a San Anagrama del Color Compacto voy a cubrir otros colores. La temática... este lo encajo en drama, sí... o en no ficción ficcionada (¿eso existe? porque si no existe siempre puedo inventarme yo ese reto). Habla de Lisboa... ciudades... no me suena, ¿capitales tal vez? no, no, ¡países! Tengo seguro anotado uno que es de países... y otro que es número de palabras leídas. La verdad, a ese me apunté porque me pareció gracioso, pero tiene muy poca gracia cuando llevas contadas 12317 palabras y aún no has llegado ni a la tercera parte del libro. Porque no sé si lo sabéis, pero los libros en papel no traen un cuenta palabras... muy mal, por cierto. Lo puedo encajar en novedades, porque hace menos de seis meses que se vende y también lo puedo colocar en.... en.... tengo que poder colocarlo en otro sitios. Voy a mirar otra vez la lista de retos...
Ah, sí, tengo uno que dice que si el libro es terrible tengo que poner un ladrillo, para ver lo alto que sube el muro. Y, la verdad, cuando los señores de la obra de al lado de casa ya saben mi nombre, creo que debo de empezar a elegir mejor los títulos... o a robar ladrillos en otra parte. Aunque visto el lado bueno, si hay un ataque de zombis, al paso que voy puedo tener tapiadas un par de ventanas (nota mental: leer menos libros de zombis). También tengo que apuntar dos palabras de cada libro cuyo significado desconociera cuando empecé a leerlos para hacerme un diccionario propio. Tiene narices, de verdad, no sé quién me mandaría apuntarme a ese reto si todo el mundo sabe que cuando uno no conoce una palabra por el contexto la adivina (vamos, que no nos damos ni cuenta muchas veces). Y el último que tengo es No hay libro sin reseña... bueno... este luego lo completo, cuando termine de poner crucecitas en los retos y lo tenga colocado me siento y la hago. O no, porque al paso que tardo no me va a dar tiempo a terminar ninguno. Ahora que lo digo... ¿todavía no he terminado ninguno? Pero si ya estamos terminando enero y me he apuntado a doce retos doce caus... ah, no, sólo doce retos, lo de las doce causas es nosequé de la tele. Pero aún así, si me he apuntado a doce retos eso viene a ser uno al mes. ¿Y está terminando enero y aún no finalicé ninguno? No puede ser, no me va a dar tiempo. Venga, otro libro... o mejor no, mejor repaso los anteriores que seguro que puedo encajarlos en alguna cosa más... o no, no, otro libro... ¡otra cruz! Porque llega febrero y no me da tiempo, ni sé la temática que toca: ah, sí, toca LOCURA.

     Antes de terminar quiero decir que lo que expreso en este post no es más que un producto de lo que me sucedería a mi. He sacado un poco de sentido del humor y he decidido buscar la sonrisa sin ofender a nadie. Ahora ya sabéis por qué jamás me apunto a retos. Sé que me impediría disfrutar de ese maravilloso momento de relax que supone para mi abrir un libro.Y precisamente por eso, admiro a quienes son capaces de llevar un registro ordenado de ellos, anotar los libros, y además difrutarlos. No sólo eso, sino que encima muchos son capaces de terminar esos retos. De verdad, me quito el sombrero. También sé que a muchos os ayuda a organizaros, a quitar libros pendientes, a leer un poquito más... personalmente a mi me sirven para apuntarme libros que os veo leyendo y me gustan. Y ya cuando os metéis en un mes temático, como el tema sea afín a mis gustos estoy perdida, porque sois capaces de alargar mis listas de libros por leer en apenas unos días, hasta cotas insospechadas.

     Leer es disfrutar, cada uno a su modo. Yo voy saltando y cuando veo algo que me gusta no hay lista que lo pare. Decido por momentos, por situaciones, por impulsos y eso no hay orden que lo domine. Y vosotros, ¿sois fieles al orden de vuestros planes de lectura (si es que tenéis)?

     Gracias

viernes, 23 de enero de 2015

Las flores no sangran. Alexis Ravelo



     "Ahora que las cosas se van aclarando, ahora que todos losmuertos tienen nombre y él comienza a entender cómo, por qué y, sobre todo, quién mató a todos, Serrano se pregunta algo que nadie le ha pedido que averigüe y que no acabará constando en los expedientes. Es una pregunta personal. No se la hace como policía, sino como ser humano, como hombre de casi cincuenta años que desea entender de dónde sale toda esta violencia, cómo es posible que la gente llegue a hacerse las cosas que se hace. Por eso quiere averiguar cuándo comenzó realmente todo esto, porque no acaba de creerse que toda esta matanza haya empezado, en realidad, con el secuestro."

     Que el auge de la novela negra es más que una moda, queda demostrado por el tiempo que lleva ganando lectores. Y que dentro de nuestras fronteras cada vez aparecen más nombres a tener en cuenta es un hecho, Uno de esos nombres es Alexis Ravelo, como así lo demuestra los reconocimientos que lleva recibiendo en los últimos meses. Por eso, muchos estábamos pendientes de la publicación de su siguiente novela y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Las flores no sangran.

     Estamos en Gran Canaria. Allí viven o sobreviven delincuentes de medio calado como Lola, el Marqués, el Flipao y el Salvaje entre timos de maletas y hurtos con más o menos suerte. Hasta que deciden dar un golpe que les permita vivir bien: un secuestro, por ejemplo. La idea pasa por secuestrar a la hija de Isidro Padrón un empresario con relaciones con la mafia y metido en temas de blanqueo de dinero que pueda hacerles un pago rápido. Sin embargo, las cosas nunca salen como uno las pensó sobre el papel. Para ninguna de las partes.

     Alexis Ravelo nos vuelve a llevar a Gran Canaria en su nueva novela. Una isla que conozco y que ahora además recorro gracias a sus libros. Con un narrador en tercera persona y una historia a varios tiempos vuelve a acercarse a las calles para escribir una de sus novelas más negras.
     Si muchos escritores utilizan sus novelas para mostrar la sociedad que nos rodea, Ravelo además es heredero de la novela picaresca de antaño, y así lo testimonian muchos de sus personajes. En la primera parte de esta que os traigo hoy, tomamos contacto con ellos, con ese estrato social del pequeño (o gran) hurto del día a día para sobrevivir o mal vivir mientras aparece el siguiente. O, como en este caso, hasta que se tiene el golpe perfecto. Junto a ellos, conviven ese otro tipo de delincuentes que visten traje y pasan por hombres de negocios a simple vista, si uno no se fija mucho. Pero también estos pueden tener una pistola cuando se abren la chaqueta, o algo mucho peor.
Amos estratos, cuando se mantienen separados, permiten que el otro siga haciendo su vida normal, conociendo su existencia, pero sin mirarse cuando se cruzan en el camino. El problema viene cuando se juntan. Y es justo eso lo que sucede en Las flores no sangran.

     El autor plantea una aparente situación suicida con un secuestro al hombre poderoso, que se sabe poderoso incluso en esos momentos y tiende a pensar con seguridad sus movimientos, con apenas un rastro de nerviosismo. Y la novela comienza a acelerar su ritmo mientras vemos que tampoco va a ser tan fácil para él, que las cosas pueden revolverse cuando el pez chico no se conforma. Y a estas alturas, ya hemos caído en las manos de sus personajes y nos cuesta soltar la historia sin conocer el final, porque ya sabemos que puede pasar cualquier cosa. Y terminamos el libro sin pensar que lo que nos ha durado dos tardes, son meses de trabajo de un escritor. Y esperamos el siguiente título, porque así somos los lectores cuando algo nos gusta. Seguimos la pista, y esperamos el siguiente.

     En Las flores no sangran me he encontrado una novela negra con personajes sólidos, una buena ambientación y una trama solvente con un ritmo creciente que busca, y consigue, el interés genuino del lector. No voy a compararlo con novelas anteriores del autor, pero si tengo que decir que es el que más he disfrutado de todos. Tal vez la culpa sea de Lola, menudo carácter tiene...

     Y vosotros, ¿sois de los que seguís la pista a los autores que os gustan?

     Gracias

jueves, 22 de enero de 2015

Barbarismos. Andrés Neuman



Barbarismo
(Del lat. barbarismus)
1.m. Incorrección que consiste en pronunciar o escribir mal las palabras, o en emplear vocablos impropios.
2. barbaridad (ll dicho o echo temerario).
3. coloq. barbarie (ll falta de cultura).
4. poét. Multitud de bárbaros.
5. Ling. Extranjerismo no incorporado totalmente al idioma.

Fuente: R.A.E

     Desde el primer momento me llamó la atención este título. Tenía que traérmelo, y más teniendo en cuenta que quien lo firma ya tiene un espacio en mis estantes. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual Barbarismos.

     En este título, escrito de tal forma que puede parecer un diccionario, el autor da un significado propio a cada palabra, definiéndola con un puñado de palabras que forman casi un micro relato.

     Para un blog (1) es difícil muchas veces explicar en una reseña lo que se siente al leer (2) un libro. En este caso, y mediante esas pequeñas definiciones, Andrés  nos invita a la reflexión. Por eso me ha parecido tan preciso ese dardo que ilustra la cubierta del libro, porque es justo eso lo que lanza el escritor (3) en cada una de sus personales definiciones; dardos certeros que se clavan provocando la sonrisa en el lector (4) o, en algunos casos, borrando la provocada por la palabra anterior.

     Me han gustado particularmente aquellas que Neuman dedica a la literatura. Cómo no iba a gustarme que me dijera que el alma es la biblioteca personal de cada uno si, ahora que él lo dice, pienso igual. Y eso me lleva a saltarme páginas, es lo bueno de estar ante una suerte de diccionario, porque deseo buscar biblioteca; y su definición también me saca una sonrisa y me lleva a su vez a pensar en lectura y ésta en escritura...y así hasta completar un viaje de poco más de cien páginas que se disfruta letra a letra.

     Creo que fue Bolaño quien dijo hace ya unos cuantos años que la literatura de nuestro siglo pertenecería a Andrés Neuman. Desconozco en realidad a quien pertenecerá la literatura actual, si es que pertenecerá a alguien, ya que tendemos a valorar lo ya laureado y reconocido, y dudar de la calidad de lo que aún se está escribiendo. Lo que si puedo afirmar es que Neuman es una de esas voces personales que, si bien no es conocido por todo el mundo, va ampliando cada vez más sus círculos de lectura sin perder esa identidad propia en cada una de sus publicaciones.

     Esta vez traigo un libro distinto, un  experimento para muchos que nunca se hayan lanzado a descubrir algo así. Pero no puedo evitar terminar diciendo que recomiendo su lectura(5) pausada, sosegada y, en el caso de algunas palabras, compartida. Lo he disfrutado. Mucho.

     Y para vosotros, ¿qué es leer? A mi me ha gustado la definición del autor.

     Gracias

     1. Blog. Mausoleo mañana
     2. Leer. Acción y efecto de vivir dos veces/ Acción de viajar hasta donde uno se encuentra,
     3. Escritor. Individuo que fracasa en el intento de ser exclusivamente lector.
     4. Lector. Figura mitológica narrada por los editores.
     5. Lectura. Reescritura silenciosa.

martes, 20 de enero de 2015

Underground. Haruki Murakami


     "Me gustaría que durante la lectura de este libro prestasen atención a las historias de la gente. Antes de eso, quisiera que imaginaran lo siguiente: es 20 de marzo de 1995. Lunes. Una mañana agradable y despejada de principios de primavera. El ciento aún es fresco y la gente sale a la calle con abrigo. Ayer fue domingo."

      Murakami es uno de esos nombres que suenan de forma constante cuando uno habla del panorama literario contemporáneo. Con su particular prosa y sus mundos escondidos, cada vez son más los adeptos a sus letras que esperan cada nueva publicación. Sin embargo, su último libro nos ofrecía algo totalmente diferente. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Underground.

     El 20 de marzo de 1995, una secta japonesa llamada Aum Shinrikyo liberó gas sarín en cinco trenes de metro durante la hora punta matutina. Este hecho dejó once víctimas mortales y miles de afectados de un modo u otro y una cicatriz en la historia de Japón marcada por la incomprensión. Este libro, publicado originariamente en dos partes, recoge en la primera el testimonio de sesenta personas que iban en esos metros y en la segunda el de algún miembro y ex miembro de Aum Shinrikyo,

     Si hay algo que caracteriza cualquier ataque terrorista es la incomprensión y el dolor. El dolor que provocan las muertes unido a lo difícil que resulta comprender lo terrible de los hechos sucedidos. Ese momento que hace que un lunes cualquiera cambie, es el momento en que unos paraguas atraviesan unos paquetitos liberando un líquido en 5 puntos diferentes. Y con ese gesto aparentemente simple, mover un paraguas, el mundo cambia y la sociedad es estremece.
Murakami también se siente preso de esa incomprensión, de ese dolor, y dedica un año a recoger testimonios de personas afectadas, víctimas, y construye este libro. En él, en una sucesión de entrevistas convertidas en una narración en la que el propio Murakami se convierte en un mero narrador, obtenemos una visión que va más allá de los hechos. Nos deja el retrato de la sociedad nipona actual, con sus rutinas y costumbres, para pasar a ese momento de confusión y ruptura un día cualquiera. Hay una crítica a la cobertura mediática, una muestra de las reacciones provocadas en una sociedad que se nos antoja diferente incluso en estos momentos. Y siempre con la elegancia que caracteriza sus letras, sin buscar el dato escabroso, sino relatando de forma natural y dejando que sea el propio lector quien se vaya metiendo en el torbellino de emociones que llega a desatar esta lectura.
La segunda parte: El lugar que nos prometieron nace después, cuando el propio autor se pregunta cuanto sabe sobre esta secta y si es cierta la información recibida al respecto tanto sobre ella, como sobre su autoría, y deja que se vea siendo un poco más partícipe durante la narración de las entrevistas. Murakami explica el propósito en el prólogo a esta segunda parte: no pretende juzgarlos, ni tampoco justificarlos, eso se lo deja al lector. Pero no esconde su rabia por lo sucedido.

    Esta vez Murakami cambia totalmente de registro. Nos muestra su cultura a través de la historia coral de unas vidas que cambian drásticamente un día cualquiera, como si encajara las piezas de un complicado rompecabezas para lograr que el lector salga con una visión de la vida y la sociedad en una ciudad como Tokio. Como si escribiera este libro de forma personal para que cada uno de los lectores pudiera ver lo sucedido a través de los ojos de uno de los entrevistados. Y para ello no necesita recurrir a dramatismos ni grandes golpes de efecto.

     Hay temas complicados, no me cabe duda. Y posiblemente este sea uno de ellos. Pero nunca me ha gustado esquivar temas y tampoco mirar hacia otro lado. Por eso me dirigí a este título, y no sólo porque me guste quien lo firma. El resultado va más allá del relato de un ataque; mucho más allá. Ha merecido la pena.

     Y vosotros, ¿hay algún tema que esquivéis en vuestras lecturas?

     Gracias

lunes, 19 de enero de 2015

Elizabeth ha desaparecido. Emma Healey




     "- ¿Maud? ¿Tanto te aburrías que has preferido quedarte fuera, en la oscuridad?
     La mujer que me llama está envuelta en la cálida luz de un comedor abarrotado de muebles. De mi boca brota un vaho que ondea hacia ella, húmedo y fantasmal, pero ninguna palabra. La nieve del suelo, escasa pero brillante, refleja la luz y le da en el rostro, que está arrugado a causa del esfuerzo que hace por ver. Pero yo sé que no ve muy bien, ni siquiera de día."

     De vez en cuando, camuflados bajo un título ordinario de esos que proliferan en las mesas de las librerías, nos encontramos argumentos diferentes y poderosamente llamativos. Eso me sucedió con el libro que hoy os traigo y ese es el motivo por el que hoy pongo en mi estantería virtual, Elizabeth ha desaparecido.

     Conocemos a Maud, una anciana de más de ochenta años con una demencia provocada por la edad, o puede que un alzheimer, que dificulta su vida a pasos agigantados. Vive en un mundo en el que todo tiene una nota pegada con celo y que comparte principalmente con su hija y su cuidadora. Sin embargo, tanto en las notas que hay repartidas por su casa, como en su cabeza, un pensamiento recurrente va tomando fuera: su amiga, Elizabeth, ha desaparecido. Maud entonces decidirá resolver ese misterio mientras su mente se empeña en jugarle malas pasadas y hacer que regrese al pasado, al momento en que su hermana Sukey desapareció.

      Con un argumento así, hay que empezar señalando que esta no es una novela de género habitual. Por un lado está el misterio, el doble misterio incluso, que tiene que descubrir nuestra protagonista. Y por otro el desgarrador testimonio en primera persona de quien descubre sus lagunas, se pierde cuando camina del dormitorio a la sala de estar, y es además consciente de ello. Retrata a la perfección el abismo que siente cuando intenta recordar en vano por qué hay tantas latas de melocotón y si realmente no ha visto a su amiga desde hace días, horas, meses o años. Y consigue que, incluso siendo el lector una persona joven y sana, nos identifiquemos con la frustración de quien se ve tratado como un niño y descubre la exasperación que puede llegar a provocar. Maud no es una sagaz Miss Marple, no, nada más lejos. Maud es una señora entrañable que vive en un mundo a caballo entre los recuerdos de la desaparición de su hermana que la inundan mientras intenta anclarse a la búsqueda de Elizabeth.

     Si nos centramos ahora en la trama negra, Healey opta por alejarse de ese concepto que suele ir asociado a este tipo de títulos: "trepidante". La novela sigue un ritmo pausado, construído a base de rutinas y recuerdos, que logra que el lector disfrute del camino pese a que ya en las primeras páginas haya empezado a conjeturar la posible resolución. De hecho, confesaré que me sucedió algo curioso: esta vez la curiosidad me llevaba a la protagonista, a cómo lo resolvería y en qué modo evolucionaría al hacerlo. El motivo es sencillo; es imposible no caer rendido ante Maud. Irónicamente, ella es inolvidable.

     Y vosotros, ¿con qué título comenzáis la semana?

     Gracias



viernes, 16 de enero de 2015

El jilguero. Donna Tartt




     "Me encontraba aún en Ámsterdam cuando soñé con mi madre por primera vez en mucho tiempo. Llevaba más de una semana encerrado en el hotel, temeroso de telefonear a alguien o de salir de la habitación, y el corazón se me desbocaba al oír hasta el ruido más inocente: el timbre del ascensor, el traqueteo del carrito del minibar, incluso las campanas de las iglesias dando las horas, de Westertoren, Krijberg, una nota sombría en el tañido, una sensación de fatalidad propia de un cuento de hadas."

     Si hubo un libro sonado durante meses el año pasado, y leído, y vendido y alabado, fue este. Pero el tiempo pasa y pese a su Pulitzer parece que ha quedado prácticamente olvidado en la lista de mejores lecturas del año (aunque yo no suelo fiarme demasiado de esas listas). Hoy toca recordarlo por eso, traigo a mi estantería virtual, El jilguero.

     Conocemos a Theodore Decker, un adulto que recuerda su vida comenzando por un suceso que la cambiaría cuando contaba con 13 años. Theo tenía esa edad cuando, habiendo sufrido ya el abandono de su padre, entró con su madre en un museo que explotó por los aires. En el atentado fallece su madre y Theo se agarra a la última pintura en la que se detuvieron... literalmente. Pero no sólo eso, sino que también sale con un anillo y apenas unas palabras pronunciadas por un hombre antes de morir. A partir de ese momento, la culpa hace mella en el narrador que ve como su vida cambia cuando acude a la familia de su mejor amigo.

     Llegados a este punto podría seguir contando el periplo de Theo con la familia a la que acude, con su padre que decide regresar y llevárselo a Las Vegas y hablar de la amistad que surge allí con un hombre extranjero y que, en mi opinión, marca de forma importante esta extensa novela. Si lo hago, tendré que continuar por ese camino hasta llegar a la habitación de hotel que se menciona al principio de esta entrada sin perder de vista el cuadro. Claro que también puedo seguir la historia del anillo y el hombre que fallece y hablar de Theo acudiendo a la tienda de antigüedades de Hobson y la relación que mantiene con ella a su vuelta a Nueva York, y como influye en su vida de forma determinante.

      Esto que exponía en el párrafo anterior sucede en las novelas en las que, por muy extensas que sean, el autor siempre parece deseoso de contar algo. Y así hay robos, incendios, explosiones, abandonos, engaños... que consiguen convertir un libro de 800 páginas en un Best Seller. Algo sorprendente si tenemos en cuenta la cara que solemos poner cuando vemos libros tan extensos en las mesas de novedades. Hace falta dominar muy bien el arte de escribir, para conseguir que una novela tan extensa no sufra baches de ritmo y, por lo tanto, de interés durante su lectura. Tartt lo consigue y la sensación es bastante homogénea durante la lectura, pese a que hacia el final me ha chirriado en algunos momentos. Sin embargo... no me he despegado de la sensación de estar ante un libro al que le sobran páginas: bastantes. Entre la culpa, la acción, la novela de crecimiento y algunos párrafos francamente bonitos, no he podido evitar tener la sensación de estar ante una ecuación literaria para escribir el libro perfecto. Y que esa ecuación podría haberse despejado en, digamos, unas cuantas decenas de páginas. Y ha sido precisamente eso lo que ha empañado la lectura a medida que iba avanzando; incluso pese a estar ante una historia francamente interesante, que lo es. Pero...

     Donna Tartt es una mujer cuidadosa. Prueba de ello es que escribe un libro por década, dejando muchas páginas en el camino y generando una tremenda expectación cuando se anuncia un nuevo título. Y sale airosa. Cada vez. En este libro además, nos ha mostrado una pintura que era para muchos desconocida: El jilguero de Carel Fabritius. Un cuadro realizado en 1654 y que tiene, a su vez, su propia historia que también ha llegado a las librerías también de la mano de Lumen. Porque el libro de Tartt no cuenta la historia del cuadro, sino una ficción articulada en torno a él. Al menos aparentemente.

     Un libro muy recomendable, pero al que no he alcanzado a ver ese punto de obra maestra que muchos parecen empeñados en colocarle. Siendo sincera, me gustó más El secreto.

     Y vosotros, ¿sois de los que os dejáis amedrentar por el número de páginas de un libro?

     Gracias

miércoles, 14 de enero de 2015

American Noir. Edición de James Ellroy y Otto Penzler




     "Los relatos de este volumen son una gozada. Ponga a trabajar su malsana curiosidad y léalos todos. Encontrará repulsión y atracción. Soportará el abandono moral. La condena es diversión. Usted es un pervertido por leer esta introducción. Lea el libro entero y terminará muriendo en una camilla, con una aguja clavada en el brazo."

     Tras oír hablar de este libro en varios sitios empecé a fijarme en él. Pero hasta que no me dio el empujón final Bernie Gunter, no me había decidido a comprarlo. Hoy lo recomiendo yo, y por eso traigo a mi estantería virtual, American Noir.

     En esta antología nos encontramos una decena de relatos firmados por nombres sobradamente conocidos dentro del género, cada uno de ellos precedido por una breve introducción presentando a quien la firma. Son nombres que, en muchos casos, conocemos de novelas pero no habíamos visto hasta ahora asociados a relatos.

     Dice en propio Penzler en la introducción que las obras de género negro son "historias existenciales, pesimistas, sobre gente con graves carencias, gente moralmente cuestionable, incluidos (especialmente) sus protagonistas". Y me ha parecido una magnífica definición del género; más allá de si son historias detectivescas de antihéroes o novelas marcadas por la sangre y los callejones oscuros.

     A la hora de hablar de un libro de relatos caben dos opciones: bien puedo empezar haciendo una valoración relato a relato y así decir que hay venganzas, cuartetos reconocidos en las grandes ciudades y mujeres: o hacer una valoración global, lo cual me parece más adecuado en este caso ya que deja al lector más por descubrir.
     Hay que decir entonces que estamos ante un libro caracterizado por la homogeneidad literaria. No hay altibajos que provoquen la tentación de dejar atrás una historia medio leer para llegar a la siguiente. Por mucho que seamos seguidores de las letras de Ellroy o Thompson, cada historia está puesta para ser disfrutada. Cada cliché está cuidadosamente colocado para ser reconocible y cada acto violento, cada plan, cada gesto, está calculado para convertir este libro en un referente de género.
     De este modo conoceremos esposas hartas de su vida, vecinos vengativos, policías que se mueven en redes de favores entre hombres poderosos y dejaremos que nos seduzcan sus historias marcadas por sentimientos bajos. Descubriremos relatos como el de Oates son terriblemente fascinantes y es más que posible que provoquen en el lector la necesidad de seguir las letras de quien lo firma, y también volveremos a las letras de autores más clásicos con esa sensación de estar "en casa" que provocan en el lector.

     Siempre he admirado la capacidad que tiene que tener en un escritor para condensar en un relato una trama completa como si fuera un libro. Porque si no hace eso, si escatima, el relato no funciona. Quizás por eso la lectura de American Noir resulta más que satisfactoria, un placer. Porque nos encontramos con historias completas que, además, llevan la marca personal y reconocible de cada uno de los autores que las firman. No me cabe duda que es una joya tanto para los aficionados al género, como para aquellos que quieran acercarse a él desde su vertiente más clásica e ir avanzando hasta los nombres contemporáneos ya que, teniendo en cuenta que abarca desde Pastorale, un relato de 1928, hasta Cuando las mujeres salen a bailar, de 2002, este libro es una buena muestra de la evolución del género. Está claro, sobran motivos para acercarse a este libro.

     Y vosotros, ¿sois aficionados a los relatos?

     Gracias

     PD. Las plumas que firman el libro: James M Cain, Mickey Spillane, David Goods, Jim Thompson, Patricia Highsmith, James Ellroy,  Joyce Carol Oates, Lawrence Block, Dennis Lehane y Elmore Loenard.

martes, 13 de enero de 2015

La biblioteca secreta. Haruki Murakami




     "La biblioteca estaba mucho más silenciosa que de costumbre.
     Yo llevaba, aquel día, unos zapatos de piel nuevos que al pisar el linóleo de color gris, dejaban escapar unos crujidos duros y secos. No sé por qué, pero no parecía que aquellos pasos fuesen míos. Cuando te pones unos zapatos nuevos, tardas un tiempo en familiarizarte con el sonido de tus propios pies."

     Tengo que reconocer que me he dejado llevar por esta moda del libro ilustrado. No diré que compre muchos, pero hay alguno que se me antoja irresistible desde el momento en que salen a la venta. Y eso sucede con el que hoy os traigo a mi estantería virtual. Hoy traigo, La biblioteca secreta.

     Contada en primera persona, la historia nos relata la aventura de un niño en una biblioteca. Movido por la curiosidad, pedirá un libro a la bibliotecaria y eso lo llevará a adentrarse en los sótanos del edificio. Allí, un terrible anciano pretenderá obligarlo a estudiarse los libros solicitados... y eso es sólo el principio en una historia en la que todo es posible.

     Concebir una biblioteca como una puerta a un mundo mágico es fácil para cualquier lector. Y Murakami tiene esa tendencia a buscar mundos dentro del nuestro, así que no es extraño que al final, se haya acercado precisamente a una biblioteca. En este libro maravillosamente ilustrado, es justo lo que nos presenta. Narrado de una forma pausada pero continua, consigue dar a la narración ese tono intermedio que va de la fantasía al sueño en el que todo lo que sucede es aceptado con naturalidad por su protagonista mientras que el lector tiene la sensación de avanzar empujado por una fuerza oculta que lo lleva a no poder detenerse, exactamente igual que le sucede a nuestro personaje.
     Recorreremos así un sótano laberíntico, para entrar en una suerte de celda en que será encerrado y custodiado por un  hombre oveja para que estudie. Y, pese a lo extraño que pueda parecer, lo aceptaremos como si nosotros también hubiéramos entrado en este mundo, bajando las escaleras que conducen al sótano con nuestros zapatos nuevos.

     Las ilustraciones que completan esta fábula, convierten al libro en un objeto casi de colección. Dibujos en los que predominan los colores oscuros acentuando la sensación de adentrarnos en una zona desconocida. No me cabe duda de que el autor fabula, no ya con las mil historias que hay en cada libro, sino tal vez con las que nosotros mismos llevamos en nuestro interior, incluso en los rincones más oscuros, aquellos a los que no miramos pero sabemos que están ahí. Tal vez por eso nuestro protagonista no pone objeciones, y entra en la celda, ve al hombre carnero, la chica muda e intenta salir pero sin desesperarse jamás, como si todo ello fuera algo irremediable. Porque en el mundo de los sueños todo es posible, y Murakami ha sabido transmitir esa sensación al papel en poco más de cien páginas en las que tampoco nosotros tendremos prisa porque el protagonista escape, no vaya a ser que si lo hace, termine la novela. Un final en el que ha sabido dar un "golpe de gracia" fantástico que no puedo evitar mencionar sin daros más pistas.

     Hoy os invito a compartir un sueño denso y extraño en el que los contornos del mundo se desdibujan demostrándonos que nunca somos demasiado mayores para dejarnos enredar por los cuentos. Aunque haya sueños, que al contarlos, parezcan pesadillas... o no.
     No dejéis de darle una oportunidad. Merece la pena

     Y vosotros, ¿también habéis sucumbido a los libros ilustrados?

     Gracias

     PD. El book traíler, una buena muestra de las ilustraciones que encontramos en esta corta historia



lunes, 12 de enero de 2015

Pero... ¿quién mató a Harry? Jack Trevor Story


     "El pequeño Abie subía por la vereda del bosque que llegaba a Sparrowswick Heat inclinando mucho el cuerpo hacia el pedregoso camino, con una escopeta de juguete firme bajo el brazo. A juzgar por su expresión, sabía adónde iba y por qué. A juzgar por su expresión, conocía el camino, sabía a dónde llevaba y no tenía miedo, aunque los árboles, muy juntos y frondosos, lo rodeaban por todas partes hasta más allá de donde alcanzaba la vista hasta donde no penetraba el sol."

     Me gusta el humor inglés. Es diferente y refrescante precisamente por eso. Se sirve de poses, incluso artificios, y me hace sonreír mientras voy caminando libro en mano. Por eso, y aunque ya había visto la película basada en esta historia, no pude resistirme a traer el libro a mi estantería virtual. Hoy traigo, Pero... ¿quién mató a Harry?

     Conocemos a Harry, un joven y bonito cadáver que aparece en mitad de un bosque, en una zona de caza. Lo encuentra un niño llamado Abie, pero tampoco le da mucha importancia. En realidad nadie lo hace, ya que poco después pasa el capitán Wiles, capitán sólo porque hacía falta, y creyendo que durante su jornada de caza lo había matado, empieza a pensar que hacer con él. Así comienza el periplo del capitán con el cuerpo y con los vecinos que descubren tan curiosa situación, y que se mostrarán invariablemente, entre consternados e indiferentes.

     En este libro tenemos un cuerpo, el cuerpo de una buena persona por lo que parece, y a un puñado de vecinos que ni les importa, ni tienen intención de notificar esta aparición. Es más, parece que hay cuatro de estos vecinos que podrían ser los asesinos.... cada uno por su lado, por supuesto. Así que deberíamos estar ante una novela negra. Pero, y si por tener que andar cargando con un muerto y pensando en quién es el asesino, la etiqueta "novela negra" es inevitable, en este caso había que decir comedia negra, ya que es un libro cargado de sentido del humor.
     Trevor se decanta por una historia en la que los vecinos de esta pequeña localidad no hacen aspavientos al encontrarse con el cuerpo. De hecho, el primer adulto en hacer acto de presencia, el capitán, decide rápidamente enterrarlo y olvidarse de él, aunque tenga que cargar con el muerto hasta el lugar adecuado. Y será mientras lo acompañamos cuando aparezcan otros vecinos, a cada cual más pintoresco y despreocupado. La novela consigue así una coherencia afincada en reacciones absurdas muy efectiva que nos mantiene con una sonrisa en la boca mientras nos preguntamos, cuál de todos estos amables vecinos, será el responsable de la muerte. Desde una solterona hasta la madre de un niño, ninguno de ellos se salvará de nuestras sospechas ni tampoco de nuestra sonrisa.
     De este modo iremos descubriendo poco a poco quién es Harry y, como no, quién lo mató en una novelita francamente divertida que se lee en un suspiro.

     Tal vez os resulte familiar la trama, no sería de extrañar ya que Alfred Hitchkock realizó una espléndida versión cinematográfica. Sin embargo, no puedo evitar recomendaros que os acerquéis igualmente a este título para conocer Sparrowswick Heat. Aunque, eso sí, con cuidado: parece que por allí una vida tiene un valor un poco diferente al normal. Lo que os puedo asegurar es que saldréis con una sonrisa en la boca.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias


viernes, 9 de enero de 2015

A ciegas. Josh Malerman




     "Malorie pensativa, de pie en la cocina.
     Tiene las manos húmedas. Está temblando. Nerviosa, tamborilea con el dedo gordo del pie en la baldosa rota. Es temprano; probablemente el sol apenas asoma por el horizonte. Contempla cómo la tímida luz suaviza la tonalidad oscura de las densas cortinas y piensa,
     Eso ha sido la bruma."

     Esta vez fue culpa de Antonio Torrubia. Él me enseñó el libro y el book tráiler y provocó mis ganas de sumergirme en esta novela incluso antes de que saliera a la venta. Lo cierto es que cuanto más veía sobre la trama, más llamaba mi atención y no tardé en encargárselo a mi librería habitual. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, A ciegas.

     Conocemos a Malorie de pie junto a una ventana. Vive encerrada en una casa y, si sale de ella, lo hará con los ojos vendados. Sabemos que tiene dos niños con ella, sin más nombre que Niño y Niña y que los tres viven en esas mismas condiciones porque hay algo aterrador esperándolos, acechando. Y sabemos que hoy es el gran día: van a salir.

     La primera novela de Malerman distribuye su historia en dos hilos temporales que se alternan. En el presente conoceremos la huida de esta mujer y los niños, y en el hilo anterior, descubriremos de qué modo han llegado a este punto y el entorno que los rodea. Con un pie firmemente apoyado en el terror psicológico, esta novela nos enfrenta a lo desconocido dejando que nuestra imaginación ponga forma a lo que ha hecho que el mundo llegue a una situación desesperada. A medida que avanza la novela, la atmósfera se va cargando de un miedo a lo que puede pasar, a lo desconocido, a la muerte y la locura que va haciendo mella en el lector de forma opresiva obligándolo a seguir. No podemos evitar hacer conjeturas sobre lo que sucede y también sobre las soluciones que hubiéramos tomado. Vemos a Malorie avanzar hasta el momento actual, la conocemos temerosa, los primeros momentos, el embarazo, los compañeros de piso, la sociedad... y contenemos la respiración esperando al punto en que ambas historias se tocan buscando un final.

     Eso me lleva a la parte final. En este tipo de historias es muy difícil acertar con el final, de hecho, lo que a un lector le parece un acierto es posible que a otro le parezca un desatino, ya que llevamos páginas haciendo suposiciones. En mi caso tengo que decir que, pese a que ha acertado de pleno en algunas de mis ideas, me hubiera gustado que optase por otro tipo de desenlace. Eso no significa que sea un mal final, ni que deje la trama coja en ningún caso ya que el libro cierra la historia a la perfección, es algo totalmente subjetivo. Pero no os doy pistas, ya que hacerlo estropearía la historia. Y esta es una historia a la que conviene llegar "a ciegas", de la que se disfruta en cada parte del camino. Y, si bien os he dicho que Malorie comienza la historia junto a una ventana, lo que no os he explicado es que las ventanas de las casas están tapiadas o, como es el caso, cubiertas con mantas que impiden ver la calle.

     El motivo os invito a descubrirlo por vosotros mismos en un libro angustioso que no os durará más de unas horas.

      Por cierto, una cosa que no os había preguntado, ¿qué libros aterrizaron en casa por Navidad?

     Gracias

     PD: El book tráiler. No dejéis de verlo.


jueves, 8 de enero de 2015

Manual del contorsionista. Craig Clevenger




     "Puedo contar mis sobredosis con los dedos de una mano.
     Agosto de 1985. Percocet. Las pastilla de 5 mg. eran idénticas a las de 325 mg., que eran idénticas a los laxantes genéricos. No estaba en condiciones de leer la letra pequeña. Urgencias, 85 ml. de jarabe de ipecacuana y vómitos sólidos de tóxicos y excipientes. Treinta y siete horas retorciéndome y cagando sangre."

     No me digáis el motivo, pero me atrajo desde el primer momento el título de esta obra. Tantas posibles interpretaciones al título y nunca pensé en la literal, el señor que se dobla sobre sí mismo hasta poder meterse en una caja de zapatos. De hecho, sólo pensé en ella al leer el libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Manual del contorsionista.

     Conocemos a Daniel Fletcher en un hospital. Ha sufrido una sobredosis y, tras ser reanimado, tiene que someterse a una evaluación que garantice al sistema sanitario y legal, que no ha sido un intento de suicidio. De este modo descubrimos que Daniel no es quien dice ser, sino que su verdadero nombre es John Dolan Vincent, un hombre con una habilidad casi perfecta para falsificar documentos que ya ha pasado por muchas identidades.

     De vez en cuando nos tropezamos con libros que nos ganan la partida sin tener claro el motivo. Y eso es lo que me ha sucedido con esta novela fascinante. John, vamos a llamar al protagonista por su verdadero nombre, es una suerte de antihéroe, sólo que no está luchando contra nada. Con una inteligencia que marcaba la diferencia desde niño, y una habilidad para la falsificación al detalle, son muchas las puertas que se le pueden abrir a una persona, y John lo sabe. Pero también sabe que sufre unas migrañas demoledoras que tiene que frenar como sea, y ese freno suele terminar en un hospital. Así se hace experto en evaluaciones y así lo conocemos. Nos detalla cómo tiene que ser cada comportamiento, cada minuto, cada gesto, mientras evaluador y evaluado parecen intercambiar los papeles en la mente de nuestro protagonista. Cada gesto, como cada marca en los documentos que ha ido falsificando a lo largo del tiempo, tiene que ser perfecto para poder salir de allí. ¿Y mientras tanto? Mientras tanto nos va desgranando su vida en fragmentos que nos dejan conocerlo un poco mejor.
     Descubrimos al joven, también las asociaciones no demasiado positivas que puede suponer una habilidad como la suya y una vida amorosa un tanto desestructurada. Y también cada renacimiento, cada reinvención.

     Partiendo de esta premisa, y con una historia muy diferente a las habituales, el autor consigue una historia brillante en la que el lector queda subyugado por las palabras. No necesita de justificaciones ni artificios para despertar la simpatía por John y tampoco oculta un sentido del humor perceptible desde las primeras páginas. Manual del contorsionista es la historia de una persona, una crítica feroz a las instituciones, al delito que supone intentar suicidarse, al derecho a decidir y también al de reinventarse. Todo eso, y una prosa que me ha parecido cargada de frases brillantes.

     "La biografía de una persona es igual a lo que tiene, sumado a lo que más quiere en el mundo, menos aquello que realmente está dispuesta a sacrificar para conseguirlo. Si descubres esas tres cosas de una persona lo sabrás prácticamente todo sobre ella."

     Tengo una libreta llena de frases y fragmentos, algún poema, títulos, anécdotas de mis lecturas desde hace tiempo. Y vosotros, ¿lleváis algún diario de fragmentos?

     Gracias

miércoles, 7 de enero de 2015

La constelación del perro. Peter Heller




     "Mantengo a la Bestia en marcha, tengo a punto la 100 de poco plomo, preveo ataques. Soy bastante joven, soy bastante viejo. Pocas cosas me gustaban tanto como pescar truchas.
     Me llamo Hig, un solo nombre. Big Hig, si necesitas otro más."

     Cada vez hay una mayor tendencia a situarnos en el fin del mundo. Lo que ya hiciera Matheson, en el famoso Soy leyenda, parece ser recurrente, bien en forma de virulentas enfermedades, o de zombis. Hoy traigo a mi estantería virtual un libro que parte de una de estas situaciones límite, se trata de La constelación del perro.

     Conocemos a Hig, sin s al final. Un constructor de Denver, casado y que esperaba un hijo cuando su vida cambió. En realidad cambió la de toda la población, que tras una enfermedad de la sangre mutada con una gripe vio morir a más de un 99% de los infectados. Ahora sobrevive en un hangar, acompañado por su avioneta, un perro y un tipo duro, Bangley. Ambos son la cara y la cruz de una situación desesperada.

      Terminar el año con una lectura sobresaliente siempre deja un buen sabor de boca; la sensación de haber elegido bien, como si fuera nuestro el mérito de lo escrito cuando lo único que hicimos fue dejarnos guiar por una opinión sincera, una intuición, una cubierta.  Eso es justo lo que me ha sucedido a mi tras conocer la historia de Hig.
     La constelación del perro es un libro que parte de la desolación pero cuya historia parece estar en una permanente búsqueda de la belleza. No oculta la tragedia, incluso tiene momentos realmente devastadores, pero su protagonista se niega a convertirse en uno de esos hombres que sólo viven para matar y sobrevivir, o sobrevivir y matar. Y se empeña en recordárnoslo una y otra vez aspirando aire puro, buscando naturaleza, ayudando a quienes otros dejarían morir por saberlos enfermos. No digo que no mate si tiene que hacerlo, pero para ayudarlo en esos menesteres ya está su compañero, Bangley. La historia pasa por varias partes en las que veremos su lucha, sus rutinas de supervivencia o de cocina intentando mantener una aparente normalidad en la medida de lo posible, y en las que descubriremos como la existencia de un perro puede ser un cabo que nos mantenga atados firmemente a tierra en caso de tempestad. Porque eso es lo que busca Hig, descubriendo que siguen quedando sentimientos, que necesitamos que las cosas tengan un sentido para seguir adelante. De hecho, el autor nos regala sorpresas como la felicidad que aparece fugaz en medio de la nada por un gesto, un pequeño detalle que se cuela en el corazón de nuestro protagonista como un rayo de sol. Y es que, es difícil volverse de piedra, aunque la dureza de la vida que nos ha tocado nos curta la piel hasta convertirla en cuero.
     Tal vez sea eso lo que más me ha gustado de esta historia. el contraste, la capacidad de encontrar la belleza y de descubrirnos que, incluso habiendo perdido todo, siempre nos queda ese rastro de humanidad que tan bien sabe representar el autor en un protagonista que se aferra a él. De hecho, a medida que avanzamos vemos una evolución en él justo en esa dirección, que será la que lo lleve a buscar rastro de personas que no se dediquen al asesinato y el pillaje, consiguiendo una brillante reflexión sobre el motor que mueve a las personas en última instancia y hasta dónde somos capaces de llegar.

     La constelación del perro ha sido una de mis mejores lecturas del año pasado. Una prosa a ratos fragmentada como pueden ser los pensamientos de quienes pueblan sus páginas y unas descripciones que saben interrumpirse en el momento justo para comenzar la acción, han conseguido que no despegue mis ojos de una historia que merece la pena ser descubierta. Un libro cuya lectura ha sido un placer comparable al de dormir bajo un cielo estrellado buscando constelaciones perdidas, como por ejemplo Canis Minor.

     Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos?

     Gracias

lunes, 5 de enero de 2015

Esperados en 2015. Libros para un año que acaba de empezar



     Aún no nos hemos recuperado de las lecturas del año pasado, aún seguimos en pleno proceso de digestión de aquello que leímos y de lo que nos quedó por leer y ya empiezan a llegarnos las noticias sobre los libros que saldrán a la venta en este año recién empezado. Y qué difícil es no mirar esas listas llenas de títulos prometedores y escritores a los que seguimos de una forma más o menos fiel. Por eso todos vamos mirando de reojo estas listas que empujan a las de mejores lecturas y que nos vienen a decir nombres y títulos entre los cuales tal vez se encuentre el libro del año o el best seller que todo el mundo va a leer en la piscina durante las vacaciones.

     En este 2015 Mario Vargas Llosa llegará a las librerías para contarnos Los cuentos de la peste y Neruda también aparecerá con poemas inéditos. Borges nos hablará de Tangos, mientras que Umbral nos acercará su Diario de un noctámbulo. Franzen nos enseñará lo que es Pureza y Murakami traerá cuentos bajo el título Los hombres sin mujeres. Nos llegarán, aunque sean lejanas a su tiempo, Reflexiones de Flaubert y Orham Pamuk nos dirá Hay algo extraño en mi cabeza en forma de libro. Y si se trata de libros que no pueden faltarme, tengo que nombrar a Leonardo Padura y Aquello estaba deseando ocurrir. Y otro inédito imprescindible, esta vez de Henry Miller, cuyo título es El puente de Brooklyn. Tantos títulos en realidad, que ya empiezo a pensar cuanto espacio voy a necesitar y si me van a llegar las horas para leerlos todos. Martín Garzo con su libro Donde no estás y Amelie Nothomb nos habla de La nostalgia feliz, supongo que con ese estilo tan peculiar que la caracteriza. Ellroy sigue vestido de negro para presentarnos Perfidia y Grossman nos invita al Gran Cabaret mientras que Foenkinos nos mostrará la vida de una interesantísima mujer en su libro Charlotte. Pero sigamos en negro, hablemos de Camilleri o de Kerr que también traen títulos bajo el brazo; o de Banville bajo el nombre de Black con Órdenes sagradas. En nuestras fronteras Alicia Gimenez Barlett y Crímenes que no olvidaré y Rosa Montero con El peso del corazón; fuera de ellas Arnaldur Indridason e Hipotermina, o Deborah Crombie y Los huesos dormidos. Y Mankell, que dicen que podremos disfrutarlo una vez más, aunque su historia esta vez sea testimonial y lleve el título de Arenas movedizas, ¿quién puede resistirse a volver a leerlo?

     Este año quiero conocer a Bascombe, protagonista de la nueva novela de Richard Ford, y quiero leer a Ian McEwan en La ley de la infancia. Cuentan que Blomkvist y Salander regresan a las páginas de un nuevo libro escrito por otro autor, un tal David Lagercrantz. Recuperaremos también a Robert Galbrait, esta vez sabiendo quien está detrás de ese nombre, para leer El gusano de seda y Donna León llegará con Sangre y Amor.
     Ben Lerner, tras Saliendo de la estación de Atocha, nos marcará una hora en este 2015, las 10:04, a la que os recomiendo puntualidad. Y también tendremos Las incertidumbres de Jaume Cabré, Las letras entornadas (un título que ya me ha ganado) de Fernando Aramburu y El negro y el plata de Paolo Giordano.

     No cabe duda que en este año entrante habrá muchos libros apetecibles, unos confirmados, con título, algunos ya incluso con cubierta. Otros esperados como Vientos de invierno o ese viaje a París que dicen nos tiene reservado Pérez Reverte en su siguiente título. Un año, nos cuentan a los lectores, son 365 páginas en blanco, pero no cabe duda de que también son muchísimas páginas ya escritas que nos quedan por leer. Y yo ya estoy haciendo un hueco en mis estantes para algunas de ellas.
   
     Y vosotros, ¿ya habéis echado un vistazo a los libros que salen en este 2015?, ¿tenéis algún hueco reservado en vuestros estantes?

     Gracias