sábado, 30 de agosto de 2014

Entrevista a Santiago Pajares


     Santiago Pajares nació en Madrid en el año 1979. Informático y escritor, escribió a los 23 años El paso de la hélice con bastante éxito. Dos años después escribiría La mitad de uno, un libro que habla de vidas y sueños,  y finalmente en 2009, El lienzo en el que aborda el dilema de un pintor frente a una obra ya famosa. No conformándose con la literatura, sus cortometrajes han recibido una treintena de premios y su relato Hoy fue seleccionado por el Dalkey Archive Press en el Best European Fiction 2012.
     Hoy, vamos a conocerlo un poco más.

      - ¿Cuándo nace la semilla de El paso de la hélice?
     - Un día, viendo una entrega de premios en televisión, me dije que aunque la escritura es una disciplina artística, no es realmente libre, ya que la figura del autor tiene que salir a a luz a recibir las críticas y los elogios. Me pregunté en qué medida eso podía coartar a la hora de escribir, y si habría alguna manera de evitarlo. Me dije que la única manera era escribir de forma totalmente anónima. ¿Se podría hacer? ¿Ocultárselo incluso a tu propia editorial? ¿Y qué ocurriría si el libro se convertía en un éxito? Así salió la figura de Thomas Maud, y sobre su historia armé El paso de la hélice.
     -En el momento de su publicación, ¿sentiste que se quedaba en el tintero para el público, se te ocurrió pensar en segundas oportunidades?
     - El libro fue publicado por primera vez en 2004 por la editorial Tabla Rasa, una editorial pequeñita de Madrid. En su momento vendimos 8000 ejemplares (lo que es muchísimo para una editorial pequeña), y conseguimos que la editorial Village Books lo publicara en Japón. Fui al festival de escritores noveles Budapest 2005 y leí cuentos en Serbia, además de ser seleccionado en el Best European Fiction 2012 de la universidad de Illinois. Creo que conseguimos bastantes cosas para la liga en la que nos movíamos.
     - ¿Cómo es que de repente llegue una editorial como Destino y te reedite una novela? ¿Se vive igual que la primera vez, con más nervios...?
     - En 2013 me fichó la agente Antonia Kerrigan (editora de grandes figuras como Carlos Ruiz-Zafón o María Dueñas), y me dijo que El paso de la hélice podría tener un gran interés para el público, que su historia no se podía detener aquí. Se la presentó a la editorial Destino que inmediatamente estuvo interesado en adquirirla, junto con mi siguiente novela La lluvia de Ionah. La verdad es que pasó tan rápido que apenas tuve tiempo de ponerme nervioso, pero la ilusión ante esta nueva segunda vida de El paso de la hélice es tremenda.
     - Has escritor por el camino más historias, has evolucionado y madurado y supongo que la releíste antes de su reedición, ¿tuviste en algún momento la tentación de retocar alguna de sus partes?
     - Cuando me reuní con mi editora en Destino a propósito de la nueva publicación me dijo: Tú eres mucho mejor escritor ahora, diez años después, de lo que eras cuando escribiste este libro. Piensa en la oportunidad que se te brinda ahora de hacer las cosas incluso mejor que antes. Así que me senté y cambié todo lo que no me convencía de la primera edición, con el resultado de casi cincuenta páginas nuevas. Había tenido mucho tiempo para pensar en ello.
     - La historia, optimista, íntima a grandes ratos, explora la pareja indivisible escritor/obra. A la hora de hablar de un libro, ¿crees que es realmente indivisible?
     - Todos los libros son escritos por alguien, y a veces el autor puede llegar a generar más misterio e interés que sus propios libros. Miremos a El guardián entre el centeno y su autor J. D. Salinger, que pasó oculto media vida a raíz del éxito del libro, creándose a lo largo de las décadas hipótesis sobre su paradero y razón para aislarse. En la novela tenemos La hélice de Thomas Maud, un autor del que tan sólo tenemos un par de pistas. Y por supuesto, esto crea una enorme expectación a su alrededor.
     - Siempre me he fijado en las manos de quienes os dedicáis a escribir, y ahora llegas tú y pones seis dedos. ¿Por qué precisamente en las manos?
     - Es una cuestión práctica, jajaja. En los pies serían más difíciles de localizar y nuestro protagonista, en vez de mirar, se vería obligado a arrancar los zapatos a todo el mundo.
     - Un libro que cambia la vida de quien lo lee, ¿crees que realmente hay libros que cambian vidas? ¿Hay alguno que puedas decirme que te haya marcado a ti?
     - Todos los que escribimos o leemos tenemos localizados dos o tres libros que nos han marcado nuestra vida y han supuesto un punto de inflexión a nivel personal, lo que luego se puede notar en la forma de escribir. En mi caso, por ejemplo, recuerdo cuando leí 1984 de George Orwell, y la profunda impresión que tuve. Nunca había leído nada así,  y me di cuenta que los libros podían ser otras cosas bien distintas de lo que había leído hasta entonces.
     - En el cine también tienes una trayectoria notable, dime ¿te sientes más cómodo en el cine o en la literatura? ¿se complementan?
     - Es un juego similar pero con distintas reglas. Cuando escribes un guión, piensas en imágenes, mientras que cuando escribes un libro, piensas en sensaciones. Para mi lo ideal es saltar de uno a otro, así mantengo las herramientas afiladas.
     - Tengo entendido que tienes algún proyecto entre manos, me gustaría que nos hablaras un poco de ellos. 
     - La editorial Destino ya tiene mi siguiente novela La lluvia de Ionah, así que eso me da bastante tiempo para dedicarme a otras cosas. Ahora mismo termino una novela corta, y en cuanto la termine me pondré con otra más larga que ya tenía planificada. Al mismo tiempo sigo rodando cortometrajes. Por cierto, podéis ver muchos de mis relatos y cortos en mi página web, www.santiagopajares.com , donde voy subiendo siempre nuevo material según lo voy terminando.
     - Finalmente, no puedo dejar de hacerte una pregunta que es ya un clásico aquí. ¿Qué estás leyendo?
     - Pues hoy mismo he terminado la novela El don de la lluvia de Tan Twan Eng y comenzaré Cenital de Emilio Bueso.

     Quería dar las gracias a Santiago, un hombre encantador que rápidamente se prestó para aparecer en el blog y, como no, también a todos los que os pasáis cada día por aquí.

     Bibliografía:
     - El paso de la hélice. Reseña
     - El lienzo
     - La mitad de uno

jueves, 28 de agosto de 2014

Cuaderno de vacaciones para adultos. Daniel López Valle & Cristóbal Fortúnez



     "Hay miradas que contienen el universo. Hay palabras de plata que ofrecen el bello pánico de los desconocido. Hay sonidos que construyen el tiempo, imágenes en las que vivimos hasta extinguirnos, bailes tan preciosos como un torbellino de fuego, historias que nos elevan más allá de lo posible, asaltos efímeros que sin embargo dan significado a todo, instantes en los que llegamos a sentir el mundo como trascendencia."

     La verdad es que el fragmento se las trae. Parecería que es algo serísimo y todo, lo que vengo a enseñaros hoy. Sin embargo, y puesto que el verano empieza a enseñarnos su final, hoy vengo con una propuesta desenfadada. Se trata del Cuaderno de vacaciones para adultos.

     Recuerdo que allá cuando la vida era en blanco y negro, salieron los cuaderno de vacaciones que mis padres me compraban esperando que los recibiera con alegría. Para que no se te olvide lo aprendido durante el curso, me decían. Y yo me quedaba con una sonrisa congelada mientras pensaba que los restantes nueve meses no se me olvidaba hacer castillos de arena, jugar a las palas o cualquier otra de las actividades limitadas al periodo estival. Y que eso les preocupaba bastante menos.  De hecho una vez les aseguré que seguía recordando los nombres de familiares que veía una vez al año, como muestra de mi gran memoria y la inutilidad del dichoso cuadernito.... pero no sirvió. ¡Quién me iba a decir que años más tarde me compraría un cuaderno de vacaciones por pura diversión y que me acompañaría a la playa o piscina!

     Pues justo eso es lo que ha pasado. Lleno de actividades cortas que no superan la página y con dibujos desternillantes, la propuesta de Blackie es que lo pasemos literalmente como niños. Para ello estructuran el cuaderno en temáticas: música, España, comida, series, sexo, misterios, literatura, deporte, ciencia, cine y, para los tramposos, soluciones.
     Y abrimos el cuaderno. Empezamos con música, y unimos la cabeza y el cuerpo de esos músicos estrafalarios o ayudamos a hacer rimas a Piqué, enamorado de Shakira y al que lo mejor que se le ocurre es: Eres más preciosa que la Intercontinental, Estoy enfermo de amor, llevadme a la clínica. Está claro, nos necesita. En España nos encontramos con Kiko Rivera, con canciones una vez más y con las vacaciones en Benidorm, un clásico donde los haya. Y si Benidorm es un clásico también lo es la paella, y los cupcakes que aparecen en comida, para después de comer ponernos a ver unas series. Y allí nos espera True detective, como no podía ser de otro modo, para que encontremos las diferencias justo antes de ver escudos de familias pujantes en ese Juego de Tronos. A estas alturas ya os garantizo unas cuantas risas, algún momento de esos en los que piensas... pero si yo creí que lo sabía, y cierto toque de nostalgia por temas que nos recuerdan de hace unos años. Y para cuando nos queremos dar cuenta llegamos al sexo, que no os pienso contar, y más relajados y divertidos a la literatura, deporte, cine... Adivinaremos qué libros leen unos chicos en un parque, uniremos títulos y autores, veremos culos de tenistas que sorprendentemente reconoceremos y asentiremos antes resúmenes de apenas una frase corta de películas archiconocidas mientras nos sonreímos cada vez que acertamos. Es más, puede que incluso utilicemos alguna de estas frases para hacernos los ingeniosos cuando hablemos entre amigos. Porque ese es el efecto secundario que tiene este cuaderno y es mejor que os lo diga. Sobre todo porque han ajustado el precio mucho y eso ha provocado que se venda... y podemos encontrarnos con un compañero de cuaderno en cualquier momento que reconozca la frase.

     Soy consciente de lo insólito de la propuesta, de las miradas de extrañeza en la piscina que pueden incluso a provocar que alguien se acerque a preguntar (creedme, me ha pasado) y de que esta vez buscaréis compañía para hacer sus actividades para así poder comenzar las frases diciendo eso de: mira, mira qué bueno... Pero es verano, y los veranos son para pasarlo bien en vacaciones. Ah, y para aprender... lo que sea que se aprenda.

     Y vosotros, ¿también sufristeis esos cuadernos vacacionales infantiles que nos vendían como divertidos?
Porque esta es la revancha.

     Gracias

     PD: Mira, mira... 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Goat Mountain. David Vann



    " El aire preñado de polvo grueso como la pólvora, un tono rojizo en el día que despuntaba. Olor a ese polvo y olor a pino, olor a gordolobo. La camioneta un insecto segmentado, la cabeza en una dirección y el cuerpo en otra. Una curva cerrada y de poco no salí volando.
     De rodillas sobre un colchón atado a la plataforma de la camioneta, los trastos de acampar debajo. 1978, norte de California. Agarrado contra baches y bandazos, el metal ardiendo ya a hora tan temprana. Toboganes montaña arriba."

     Si nunca has leído a David Vann, a buen seguro tu primer acercamiento no te va a dejar indiferente. Para los que ya conocemos su pluma, es mejor que sigamos su trayectoria con calma, para no saturarnos de su temática. Pero aún sabiendo eso volvemos una y otra vez. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Goat Mountain.

     Tres hombres de una misma familia, un niño, el padre y el abuelo, realizan junto a un amigo (Tom, porque él sí tiene nombre) un viaje de cacería de ciervos. Así pretenden, no sólo estrechar lazos como suele hacerse en estos viajes de hombres, sino también que el niño realice su primer disparo. Pronto, en una salida, encuentran un furtivo, y el padre le deja el rifle al niño para que se asome a la mira y pueda verlo. Poco esperaba que su hijo fuera a disparar acabando con la vida de este furtivo, pero es justo lo que sucede y ahora hay que tomar una decisión.

     Por mucho que hayas leído del autor, es difícil resistirse a contar que su padre se suicidó. Supongo que siempre lo contamos para situar al autor en una tragedia repetida luego mil veces a través de su pluma. Tampoco él nos deja olvidarlo, aunque a medida que leo más títulos suyos aprecio los distintos matices y como sus historias tienen un poso más profundo.

     Lo primero que choca en esta novela son las formas. Descripciones precisas, encadenadas, frases cortas... y la sensación de estar allí, de conocer esas montañas en que se desarrolla la acción, de velocidad incluso dentro de esa tensa calma en que se desarrolla la historia. Engancha, es difícil resistirse a ella, es aséptica, no justifica, no busca la suavidad, nos deja elegir, revolvernos: pensar. Y luego el título, matan ciervos pero nos dice Goat y pensamos en cabras: "bonito nombre para una montaña", piensas mientras asocias la cabra a la maldad. Y si no lo hiciste al ver el título ya lo harás a medida que avances durante su lectura. Es inevitable, si de algo trata este libro, es de la maldad. Tal vez por eso nos habla de Caín entre reflexiones.

     Con un narrador ya adulto que rememora ese momento, nos introducimos en una historia de muerte y de instinto. El niño que mata a un hombre visto fugazmente por la mirilla de un rifle y su padre y abuelo con posiciones enfrentadas al respecto. Hay un muerto y tres hombres tienen que tomar una decisión mientras miran al pequeño culpable, nadie duda de su culpabilidad, pero escrutan sus reacciones. Hay que decidir qué hacer con ambos, el cadáver y el niño; ¿entregarlo, castigarlo además...? ¿y por qué disparó?
     Incluso nosotros buscamos las causas y soluciones mientras leemos la historia narrada por este niño ya hombre buscando sus sentimientos y dejándonos llevar por las reflexiones de Vann, por sus preguntas, observando detenidamente esa naturaleza humana que pretende ponernos al descubierto en sus montañas. La historia es oscura y cruda, mucho, y tal vez por eso tiene algo de fascinante, como todas las sombras que son iluminadas en los rincones. Los personajes perfilados con cuidado para la ocasión: el amigo amable, el padre tranquilo, suave y el abuelo impactante. Todos tiene algo. Y el niño... bueno, si tengo que ser sincera, del niño que quedo con una cosa: su sonrisa.

     Me gusta David Vann, es de esos escritores que no necesitan muchas páginas para que nos removamos inquietos bajo la tensión de sus letras. Esperamos el final, lo tememos, y seguimos adelante.

     Con las vacaciones finiquitadas, la rutina encima y la vuelta a casi todo empiezo a plantearme cuál es mi libro del verano. Y el vuestro; ¿ya podéis señalar cuál ha sido vuestra lectura destacada este verano?

     Gracias

martes, 26 de agosto de 2014

El complejo de dinero. Franzisca von Reventlow




     "Un sanatorio... Veo cómo tú y todos los demás movéis la cabeza incomprensivamente. Lo cierto es que no estoy mal de los nervios, ni siquiera padezco un especial nerviosismo, lo único que me pasa es que tengo el llamado complejo de dinero. Espero, por el amor de Dios, que sepas lo que es un complejo en el sentido patológico. viene a ser algo así como un conjunto de sentimientos, impulsos y cosas por el estilo que se reprimen o no se exteriorizan, y que, si no me equivoco, se agolpan en el subconsciente y causan afecciones anímicas."

     Con este título, la promesa de una novela divertida y la curiosidad por leer algo frívolo escrito en plena Gran Guerra, era fácil suponer que el libro acabaría en casa. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El complejo de dinero.

     A principios del siglo XX una joven alemana perteneciente a la clase alta aterriza en una clínica psiquiátrica para tratar sus problemas con el dinero. Aunque pronto veremos que su problema no es con el dinero, sino con la ausencia de él. En el hospital, con un psicoanálisis aún en pañales, no sólo recibirá tratamiento, sino que se relacionará con otros pacientes a cada cual más original, que pasan allí sus días entre intrigas y proyectos para desesperación, en muchas ocasiones, del director de la clínica. Desde allí esta mujer irá escribiendo a una amiga, y nosotros tendremos esas cartas entre las manos.

     Pongámonos en antecedentes: la autora del libro pronto decidió renunciar a los privilegios familiares que le correspondían. Se trasladó a Munich, a eso que se llamaba vida bohemia, y tuvo que buscarse la vida. Aunque al final contrajera un matrimonio que resultó no ser la solución a sus problemas de dinero. Sin embargo, y pese a que ella se reveló y trabajó, es imposible no ver un cierto poso a su vida en esta novela.

     La historia, escrita en una época compleja, es una crítica ácida a los privilegios propios de un estrato social venido a menos. Para ello, la autora se sirve de una mujer obsesionada por el dinero y todo lo que éste puede proporcionarla, pero, eso sí, manteniéndose lejos de la responsabilidad al gastarlo o conseguirlo. Una mujer que acaba en un hospital recluida, de hecho bajo la excusa de la cura descubrimos la tranquilidad de estar fuera del alcance de sus deudas, y que entabla allí una curiosa relación con otros pacientes. En ese hospital, y aquí la crítica al psicoanálisis no tiene desperdicio, podrán curarse... aunque tampoco es gratis. Porque nada es gratis en esta vida, esa es la verdad, pero vale más esperar que moverse para conseguirlo, aunque haya que esperar en un centro psiquiátrico.
     Por encima de lo divertido, de las aventuras contadas por carta en tono frívolo, encontramos la crítica hacia este tipo de personas que vivían sin preocuparse de nada y que no aceptaban un cambio que estaba por llegar. Aquellos que incluso hoy reconocemos, y que prefieren esperar a que las cosas les lluevan caídas del cielo. Y eso, unido a la época en la que está narrado el libro, es lo que más me ha llamado la atención. No es un libro bélico, aunque a ratos tuve ganas de coger un palo y dar a alguno de los residentes del sanatorio para que se movieran.

     El estilo es sencillo y la novela epistolar corta, lo que hace que apenas dure un suspiro y sea un estupendo "entre novelas". Pero no negaré que esperaba más y que, posiblemente le falten páginas (algo cada vez más difícil de decir en un libro). Entretenido y ácido, un libro de esos para verano, que no vienen nada mal. Y, tal vez, sólo tal vez, nos haga pensar un poco sobre ese mal necesario para sobrevivir que es el dinero.

     Y vosotros, ¿sois de los que alternáis géneros y buscáis lecturas ligeras para descansar entre otras más densas o no es algo que tengáis en cuenta?

    Gracias

lunes, 25 de agosto de 2014

Ubik. Philip K. Dick




     Hoy toca hacer limpieza, amigos: éstos son los descuentos con los que liquidamos nuestros silenciosos Ubiks eléctricos. Sí, tiramos la casa por la ventana. Y recuerden: todos nuestros Ubiks han sido usados exclusivamente de acuerdo con las instrucciones.

     Me gusta la ciencia ficción. Mucho. Y Dick es uno de esos autores imprescindibles para los aficionados al género. Sin embargo y pese a que su fama precede al título, no me había acercado hasta hace poco a este título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Ubik.

     La mejor forma de pedir una cerveza es pedir Ubik. Elaborada con lúpulos cuidadosamente seleccionados y agua de la más absoluta pureza, envejecida hasta alcanzar el sabor perfecto, número uno entre las cervezas de la nación. Elaborada exclusivamente en Cleveland.

     El libro nos coloca en un futuro que actualmente es pasado, pero eso apenas nos importa cuando leemos la novela. El autor la ambientó en 1992, y no se nos antoja extraño puesto que estamos acostumbrados a distopías y mundos paralelos, y la ambientación y la historia tiran de nosotros con la fuerza suficiente como para que no necesitemos pararnos a pensar en el año del que partirnos. En este mundo, las facultades psíquicas han tomado mucha importancia y son aceptadas. Así conocemos a Joe Chip, que hace mediciones para una empresa que protege la privacidad frente a estas personas, los anula para que no puedan saber lo que piensan sus clientes, espiar las empresas que protegen o manipular la realidad en su propio beneficio. El enfrentamiento está servido, los que tienen poderes psíquicos frente a los que no, capitaneados Chip y por el dueño de la empresa, Runciter. Y ahí empieza a ponerse interesante la historia, porque durante una misión se produce un accidente en el que muere Runciter, y al que rápidamente intentan conservar en un estado de semivida para poder comunicarse con él. Sin embargo, el mundo parece volverse loco y los objetos retroceder en el tiempo sembrando una duda, ¿Quién ha muerto y quién está en semivida?

     ¿Qué puede hacer una chica con un cabello tan áspero y rebelde? Simplemente, aplicarse el acondicionador capilar Ubik...

     Dick nos presenta a un antihéroe tipo, Joe Chip, un hombre brillante que sobrevive a duras penas en un mundo en el que el dinero abre todas las puertas, incluso literalmente. Y es este mundo en el que aparece Ubik, un producto que parece servir para todo, o que forme todo, una suerte de milagro inventado que intentaremos descifrar a medida que leamos sus anuncios mientras nos introducimos en un juego de reflejos distorsionados de una realidad cambiante. Nos deja a merced de la historia, igual que hace con su protagonista, para que seamos nosotros quienes interpretemos si lo que leemos es real, y de este modo entremos en el torno de las percepciones de nuestro entorno: ¿Qué es posible y qué no lo es realmente en este futuro dibujado por Dick? Hasta ese momento nos hemos creído todo lo que nos contaba sin dudar nada; los poderes, la existencia de una transición entre la vida y la muerte en la que los vivos se pueden comunicar con los fallecidos... pero ahora el protagonista duda de su realidad y eso hace que nosotros también dudemos buscando a qué agarrarnos. Se convierte de este modo en una endiablada novela que nos lleva en vilo por sus páginas hasta descubrir el gran secreto. Y Ubik va a tener algo que ver, nos decimos una y otra vez... porque parece estar en todas partes, por algo será.

     ¿Será que tengo mal aliento, Tom?
     Mira, Ed: si tanto te preocupa, prueba con Ubik, el dentífrico con espuma de acción germicida. Empleado según las instrucciones, resulta totalmente infensivo.

     Pero más allá de todo eso, la historia tiene momentos críticos llenos de humor en los que una puerta amenaza con poner una demanda al inquilino de la vivienda que custodia cuando pretende abrirla sin pagar. Y también tiene algo de intranquilizador, sin llegar al terror, cuando nos quitan las referencias más reales, cuando hasta las cosas más sencillas parecen tener aristas llenas de sombras y consigue hacernos dudar de la propia existencia... es cuando el libro alcanza su punto álgido y dudamos de la maestría de un escritor que consigue atar firmemente los cabos de una magnífica novela.

     Si los apuros monetarios le quitan el sueño, hágale una visita a la señorita de Ahorro y Crédito Ubik: le librará de las siempre molestas deudas. Por ejemplo, supongamos que usted toma en préstamo, a un interés limitado, cincuenta y nueve contacreds. Vamos a ver: en total...

     Para aficionados al género y para quienes no suelen acercarse a él. Esta novela corta es una magnífica opción, una historia que no puedo dejar de recomendaros de un escritor imprescindible.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD:
     Yo soy Ubik.

jueves, 14 de agosto de 2014

Carrie. Stephen King




     "Carrie se hallaba en medio de ellas, impasible, una rana entre los cisnes. Era una muchacha fornida, con granos en el cuello, la espalda y las nalgas. Su cabello mojado no parecía tener color alguno: se pegaba a su rostro con una obstinación empapada y abatida.
     Estaba allí parada, con la cabeza ligeramente inclinada, dejando que el agua se precipitara sobre su cuerpo y cayera al suelo. Parecía la típica cabeza de turco, el perpetuo blanco de las bromas, la chica capaz de tragarse las historias más increíbles, el objeto de todas las malas jugadas. Y realmente lo era. 
De manera desesperada desearía que la Escuela Secundaria Ewen tuvieses duchas individuales -y por lo tanto privadas- como escuelas de Andover y Bosford. Porque se quedaban mirándola... Ellas siempre se quedaban mirándola..."

     De vez en cuando es una tentación acercarme a King y a su terror. No al narrador impecable en el que se ha convertido, sino al terror de sus comienzos, ese que hacía estremecer a cualquier lector. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Carrie.

     Conozcamos a Carrie, Carrieta. Su padre muere antes de que ella nazca así que ha sido criada por su madre, una fanática religiosa que llena su casa de imágenes y piensa que la tortura forma parte de su religión y, como tal, acerca al perdón y a Dios. En la escuela no le va mucho mejor, ya que no tiene amigos y sus compañeros le hacen la vida imposible, convirtiéndola en el bicho raro oficial. Sin embargo, el día que Carrie descubre que tiene telekinesis, las cosas parece que pueden cambiar. Si no puede llevar una vida normal, al menos puede vengarse.

     Carrie es el cuarto libro escrito por Stephen King y el primero que consiguió publicar, aunque para llegar a ello su mujer tuviera que convencerlo de rescatar este título de la basura. Pertenece a esa época en la que el terror empezaba a hablarnos de algo más que casas encantadas y nos mostraba a personas, un ejemplo perfecto es La semilla del diablo, así que Carrie pronto alcanzó un éxito notable entre el público.

    Lo primero que llama la atención de esta novela es su aparente caos estructural. La historia está formada por la visión de Carrie sobre lo que sucedió, sabemos de hecho que algo sucedió desde el principio, por entrevistas, fragmentos de noticias sobre el suceso... y todo ellos, en contra de lo que pudiera parecer, forma una historia fácil de seguir que se va cargando de dramatismo precisamente por su estructura. Consigue un halo de credibilidad que nos envuelve mientras nos debatimos entre distintos tipos de horror ante lo que nos cuentan. Es una historia terrible, un personaje que puede ser terrible, una madre que nos horroriza como trata a su hija amparándose en la religión, una sociedad que permite esos comportamientos a la fuerza ha de ser terrible, por lo tanto el instituto también lo es... y así podría seguir enumerando las cosas que una a una van cayendo como si fuera un dominó gigante de letras.

     Y la historia, bueno, la historia va un poquito más allá de lo que en un principio nos puede parecer. Para empezar es una historia dominada por mujeres, no sólo por Carrie sino por aquellas con las que se cruzó en la vida. Su madre, una mujer terrible capaz de estremecernos por la forma de tratar a su hija; Chris, la compañera de clase que disfruta en su papel de matón; Sue, la otra cara en el instituto, la de la niña que parece querer reformarse y expiar su crueldad... o mejor hacer que otro la expíe por ella; la profesora de gimnasia... Todas ellas ponen su granito de arena a la hora de formar, o deformar, a Carrie. Todas ellas cargan el ambiente hasta conseguir que al lector incluso le de pena de la pobre chica que no encaja y sufre permanentemente. Y mientras eso se nos pasa por la cabeza, seguimos con una alarma encendida por alguna parte, un aviso luminoso de que algo no va bien... y ¡zas! King nos lo muestra, nos lo pone delante de las narices para conseguir que demos un paso atrás horrorizados. Lo sabíamos, pero ahora no importa, es el gran golpe de efecto del autor y nos ha pillado con la guardia baja, entre dudas. Lo habíamos leído, pero da igual.

     Stephen King es uno de esos autores prolíficos que nos van dejando historias con una pasmosa regularidad. Cierto es que ha evolucionado mucho en formas y en tipos de novela, pero si nos dirigimos a estas primeras publicaciones nos topamos con aquello que le hizo ganar miles de lectores: la capacidad para hacer de cualquier pequeño lugar, un sitio de pesadilla. Y la de engancharnos a sus pesadillas.

     Y vosotros, ¿habéis leído algo de King?

     Gracias

     Pd. Con esta entrada me despido una semana, como ya avisé una en julio y una en agosto así que hasta el jueves y disfrutad mucho. Y, por cierto, seguid leyendo, así podréis contarme vuestras lecturas a mi regreso.


miércoles, 13 de agosto de 2014

La puerta de los pájaros. Gustavo Martín Garzo



     "Hace ya mucho tiempo vivía en Portugal un rey que se llamaba Dinis. Tenía una única hija a la que puso de nombre Constanza. El rey había enviudado muy joven y solo vivía para hacer feliz a la princesa, que era el vivo retrato de su amada esposa. Constanza siempre estaba atendiendo a los pobres y a los más desfavorecidos. Era muy discreta, y prefería la soledad del palacio y la quietud de sus jardines al bullicio de los mercados y de las fiestas."

     Con aspecto de antiguo, casi de tesoro escondido entre los estantes de una biblioteca durante años, se presentaba este libro en la mesa de mi librería de cabecera. Irresistible, tanto como su título. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La puerta de los pájaros.

     Conocemos a Constanza, una joven princesa de Portugal que vive en un palacio entre tapices que muestran a jóvenes doncellas con unicornios. Cuenta la leyenda, que los encontraban en el bosque. Esta es la historia de una princesa que tenía un secreto que la hacía escapar sola al bosque, la historia de una princesa que pasó muchos años durmiendo sin que su cuerpo envejeciera... la historia de Constanza.

     Cuando somos niños nos fascinan los cuentos, nos los creemos y llegamos a pensar que los bosques esconden mágicas criaturas. Somos felices escuchando fábulas llenas de fantasía que nos impulsan a creer que si deseamos algo con fuerza, tal vez se cumpla. Esa facultad la vamos perdiendo a medida que crecemos, y cuando somos adultos apenas queda rastro de ella. Salvo algunos casos, los menos. Supongo que eso le sucedía a Gaudí y por eso diseñó realmente una Puerta de los pájaros para un palacete en Comillas. Una puerta con un vano para carruajes, otro para personas y un último en lo alto, para pájaros. Conozco ese lugar desde niña y, si bien de niña soñaba con carruajes y bandadas de hermosas aves cruzando por esa puerta, la curiosa fascinación que me producía no desapareció ni siquiera con el paso de los años. Por eso me atrajo tantísimo este libro.

     En él, Martín Garzo apoyado firmemente en las hermosas ilustraciones de Pablo Auladell parece recordarnos esos cuentos que leíamos de niños. Nos cuenta una hermosa historia sobre fantasía y magia en la que nos sumergimos con facilidad, sin darnos cuenta de que, tal vez, ya no tenemos años para leer cuentos. Y esa es la magia que traspasa al libro, esa suerte de Puerta de los Pájaros hecha de letras. Una invitación a no dejar de soñar, de imaginar, de creer...
     La historia de la princesa Constanza que cae presa de un sueño que parece eterno, de su padre entristecido y de los viajes que realiza dormida, de las doncellas que la atienden durante su sueño, de magos y unicornios, es sobre todo una historia hermosa. No sólo para adultos sino también para niños. Uno de esos libros que los niños leerían como un cuento y en el que yo he visto una despedida de la infancia. Pero no una despedida triste, sino un cambio que una niña no quiere realizar pero que se torna inevitable y también un recuerdo a esa infancia cuando somos ya adultos. Mirar atrás, recordar, sonreír. Podría contaros el secreto del sueño de la princesa, o cómo termina viajando con unos gitanos mientras duerme, pero eso mejor lo descubrís vosotros. Está muy feo destripar un cuento.

     Hoy os invito a sumergiros en un mundo de fantasía tratado con muchísimo cuidado en una novelita hermosa tanto en su historia como en sus formas. Uno de esos libros que, efectivamente, bien pueden ser un tesoro escondido entre estantes hasta que alguien lo descubre. Os invito a seguir la invitación del autor, y conocer La puerta de los pájaros.

Puerta de los Pájaros
Comillas
Foto: http://www.trasvia.org/
     Y vosotros, ¿os acercáis a la literatura fantástica alguna vez?

     Gracias

lunes, 11 de agosto de 2014

Acariciando el cielo. Fernando M. Cimadevila



     "Se marchitaban los últimos días de verano sobre París y pronto la Ciudad de la Luz olvidaría el sol estival para dar paso a las lluvias. Desde la ventana de mi hotel podía observar como el parque Butter Chaumont recibía aquella mañana a los primeros visitantes, que en esta época aprovechaban los últimos resquicios de calor paseando bajo las arboledas.El otoño ya se atrevía a dar tímidas pinceladas al follaje y, al igual que yo, los estorninos también intuían la llegada del frío y formaban bandadas que revoloteaban al unísono, como oscuras nubes invernales que lanzaban nerviosos chillidos al vacío."

     Hasta que no nos habló Tatty de esta novela, confieso que no me había fijado demasiado. Premio Desnivel de literatura de viajes y montaña... no tenía del todo claro si era una suerte de guía o un libro en el que alguien relataba sus aventuras. Sin embargo, al leer su opinión, vi que aportaba como mínimo un par de cosas que la hacían interesante. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Acariciando el cielo.

     Conocemos a  un hombre de mediana edad en un momento de esos que dicen importantes en la vida. Sin saber su nombre, nos relata como pasó de creer que lo tenía todo, a quedarse sin nada en apenas un suspiro. La caída de la banca lo despoja de una vida cómoda y lo termina llevando hasta la casa de su padre. Allí se encuentra con un hombre llano, de pueblo, que dista mucho de recibirlo con los brazos abiertos. La muerte de Ernesto, el hermano de nuestro protagonista, abrió una brecha entre padre e hijo que parece insalvable. Sin embargo, cuando descubre una caja con las pertenencias de su hermano, parece abrirse un misterio y padre e hijo se unirán para intentar resolverlo viajando a la tierra en la que se produjo esta muerte, en pleno Himalaya.

     Una trama que incluye una dosis de intriga bastante importante, un estilo sencillo y una ambientación novedosa, al menos para mi, junto con un hecho reciente conocido por todos como es el desplome financiero, son los elementos centrales de esta novela corta que funciona. Parte precisamente de este desplome, lo que nos ayuda a situarnos y conocer a ese narrador sin nombre que nos cuenta su propia historia y que se convertirá casi en una voz de conciencia, alguien a quien llegamos a conocer íntimamente. A partir de ahí, y a lo largo de poco más de cien páginas, emprenderemos un viaje buscando respuestas sobre una muerte... y otro en el que el protagonista parece buscarse a si mismo. Cada paso que da, cada aventura, cada esfuerzo, suponen un acercamiento a su familia y también parece que se quita demonios de esos que a uno no le dejan dormir. Como si se redescubriera a si mismo, convirtiendo de este modo a la novela, en un viaje mucho más complicado que esa escalada al Everest.
     Mediante descripciones aparentemente sencillas, conocemos tierras remotas y una montaña que es mucho más que un reto, ya que los misterios que ocultan la muerte de Ernesto harán que viajemos nosotros también hasta la montaña. El autor cuida mucho en este punto la narración, salpicándola de detalles que nos dan una idea de cómo son los lugares y los procesos durante esta difícil empresa, pero sin que tengamos la sensación de estar ante un manual, ya que los integra perfectamente en la acción de la novela. Este punto me parece muy importante, ya que es difícil alcanzar un equilibrio en el que el lector no se sienta desplazado por no conocer la práctica, o abrumado por la cantidad de explicaciones que nos dan. De hecho me ha gustado leer como los escaladores pasan de un campamento a otro y sobre los efectos de la bajada de los niveles de oxígeno en el aire.

     Una novela corta en la que avanzamos movidos por la intriga, deseando descubrir lo que se oculta tras la muerte de Ernesto. Una muerte que parece tener aún mucho que revelarnos, la necesidad de saber y también la lucha contra quienes no quieren que se sepa. Una historia entretenida con un planteamiento fresco que he disfrutado en apenas un par de tardes.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

sábado, 9 de agosto de 2014

Doctor, esta lectura ¿me dejará secuelas?




     Secuela: lesión o trastorno remanente tras una enfermedad o traumatismo.
     Secuela: spin-off, trabajo narrativo derivado de otro existente.

     Cada vez es más frecuente ver una secuela, o precuela o porsicuela, de una novela de éxito. Desde que Lo que el viento se llevó nos sorprendiera hablándonos primero de Scarlett y luego de Buttler, cada vez han sucumbido más títulos al peso del éxito. Y no se han conformado con eso, no... como si fuera una película de zombis hemos visto volver a la vida a Darcy y a Marlowe, Holmes volvía a resolver casos utilizando sus impecables capacidades deductivas, incluso El Quijote tuvo una secuela escrita por Avellaneda provocando las terribles iras de su autor. Bond se reinventa las veces que haga falta para seguir sus aventuras y ahora, por si alguien no lo sabía, resucitará Poirot. Encontramos a hijos que escriben novelas continuando la saga de sus padres, apellidos que permanecen mientras cambia el nombre que los acompaña. Y digo yo, ¿hasta qué punto está justificada una secuela? Porque si se trata del mismo autor, decimos saga.

     Saga, ese conjunto de libros que van contando una historia continuada, ya sea trilogía, tetralogía o el número que considere adecuado su autor. Y ahí no tengo problema (salvo con Martin, que no termina de sacar su siguiente libro y está empezando a pasar de desesperarme a producirme un cierto hastío). Lo que ya no termino de entender es lo que quienes continúan libros o historias ya finalizadas y, la verdad, no sé si me parece bien que continúen lo que su autor consideró que ya estaba cerrado. Porque es cierto que da pena despedirse de algunos personajes o libros, pero eso de recuperarlos... hay una diferencia. Además, si os soy sincera, tampoco entiendo a qué se debe en la mayor parte de los casos. Es fácil decir que se hace por dinero, pero luego llegan autores de renombre y se suman a la moda, y ese argumento se me queda un poco corto; además muchos casos siguen recibiendo derechos de autor, o se siguen realizando adaptaciones, con lo cual los herederos continuaban también manteniendo ingresos. Y así me quedo yo, con los ojos como platos viendo en las librerías que Darcy sigue con sus aventuras sin haber apenas envejecido pese al tiempo transcurrido entre sus historias.

     Por eso hoy quiero saber qué pensáis de esas secuelas que aparecen continuando historias de hace ya un tiempo, ¿sois de los que os llaman la atención y os animáis a su lectura?

     Gracias

jueves, 7 de agosto de 2014

La muerte del padre. Karl Ove Knausgard




     "La vida es sencilla para el corazón: late mientras puede. Luego se para. Antes o después, algún día ese movimiento martilleante se para por sí mismo y la sangre empieza a correr hacia el punto más bajo del cuerpo, donde se concentra en una pequeña hoya, visible desde fuera como una zona oscura y blanda en la piel cada vez más blanca, a la vez que la temperatura baja, los miembros se endurecen y el intestino se vacía."

     Llegué a este libro por una de esas veces que pido recomendaciones. Me lo recomendó @gancedo y mentiría si no dijera que al día siguiente ya me había embarcado en su lectura. Un escritor parece hastiarse de la ficción, necesita contar algo más y se desnuda a sí mismo. Difícilmente podía resultarme más atractivo. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La muerte del padre.

     Conocemos a Karl Ove intentando escribir una buena novela, sin embargo parece que su mente se empeña en distraerlo. Han pasado casi diez años desde que su padre murió a manos de la bebida y Karl Ove echa la vista atrás y nos cuenta su historia.

     Somos lo que la vida nos hace, o evolucionamos en función de lo que vivimos, o nos adaptamos, o sobrevivimos... pero tarde o temprano todos miramos atrás. Y eso hace Karl Ove en su historia. Una historia formada por seis libros escritos a velocidad de vértigo que poco a poco van llegando a nuestro país. Y este es el primero de ellos, en el que conocemos la infancia de Karl Ove, a su familia: su madre, su abuela, su tío, su hermano, su padre... y su entorno. Y se detiene, al igual que supongo se detiene la vida de cualquier persona, cuando su padre fallece.

     Hace no mucho acercaba un libro escrito por una mujer hablando de la figura de su madre muerta. En este caso es un hombre el que lo hace y, es cierto que he encontrado rasgos eminentemente masculinos. no podía ser de otro modo, puesto que es un hombre quien escribe y protagoniza el libro, pero es cierto que hombres y mujeres muchas veces nos fijamos en cosas distintas, sobre todo en los detalles de nuestras vidas. Y La muerte del padre es un libro de detalles. A ratos incluso obsesivo en cosas aparentemente sin importancia, pero que nos deja bien claro que son las cosas sin importancia las que forman las vidas. Particularmente en esa infancia que recordamos a retazos iluminados por improvisadas linternas de nuestra memoria. Karl Ove es un hombre sencillo, ya lo era de niño, con una familia normal que sufrió una separación sin causarle mayores traumas y un hermano mayor al que miraba desde la admiración lógica provocada por la diferencia de edad. Lo comprendemos. Y lo hacemos en una primera parte que nos habla de amigos, compañeros, primeros amores escolares, de la dificultad para asistir a una fiesta y llevar bebida y también de las consecuencias de esas cervezas tomadas a hurtadillas. Ya en esta parte percibimos dos cosas: la primera está clara, el detalle de lo cotidiano es importante, el libro está plagado de pequeños detalles que no parecen tener relevancia confiriendo así una honestidad a las palabras del narrador que pocas veces he encontrado.
     Y llegamos a la segunda parte, la muerte del padre. Muere, víctima de la bebida o empujado prematuramente por su afición a la misma y las consecuencias de una vida dejada. Acude con una curiosa sensación impersonal para darse cuenta poco a poco de que ha fallecido no su padre alcohólico, sino también el hombre que estaba en su infancia, autoritario, casi temido. Y descubre la decrepitud y la porquería entre la que vivía sus últimos años, su vida deshecha. También descubre sus propios sentimientos, su incredulidad, su duelo que lo pilla desprevenido y que parece querer purgarlo a base de limpiar botellas vacías y toneladas de basura, como si de ese modo pudiera eliminar también toda esa etapa de la memoria de su fallecido progenitor. Lo descubrimos examinándose, examinando a su hermano, a su familia. Y su narración se torna más sombría, oscura, sin permitirnos aligerar nada con una nota de humor o ironía. El observador implacable que ya nos había demostrado ser, se mira a sí mismo en los detalles y nos obliga a vivir con él su duelo, a sentirlo, a limpiar.
     Me pareció impresionante el personaje de su abuela, la muestra viviente de esa familia deshecha, de esa persona que se había dejado caer arrastrando consigo a quien permaneció a su lado que era su padre. Una mujer, con una carga simbólica superior a esos pocos kilos que le quedaban pegados a los huesos en el reencuentro obligado.

     La muerte del padre es un libro que no se puede leer sin sumergirse en su historia, imposible permanecer impasibles ante un hombre que se desnuda. Me ha gustado y por eso he decidido seguir con la segunda parte, Un hombre enamorado. No os quepa duda, es una gran lectura.

     Lo bueno de pedir recomendaciones es seguirlas, ayer mismo lo hacía yo aquí. Y vosotros, ¿sois de los que piden recomendaciones o de los que disfrutáis rebuscando hasta descubrir buenas lecturas?

     Gracias

miércoles, 6 de agosto de 2014

Un avión sin ella. Michel Bussi



     "Credule Grand-Duc levantó el bolígrafo y su mirada se perdió justo enfrente, en la limpidez del inmenso vivero. Sus ojos siguieron unos segundos el vuelo desesperado de la libélula arlequín, que le había costado cerca de dos mil quinientos francos hacía menos de tres semanas. Una especie rara, una de las más grandes del mundo, réplica exacta de su ancestro prehistórico. La larga libélula se agitaba de un cristal a otro, en medio de un enjambre frenético de varias docenas de libélulas más. Prisioneras. Atrapadas."

     Me llamó la atención la sinopsis y pensé que podía estar ante una lectura entretenida. Así que esperé al verano y me lo compré, sin más motivos ni mejor excusa para traerme otro libro a casa. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Un avión sin ella.

     Tras un accidente aéreo queda una única superviviente, un bebé de tres meses, y dos familias que pugnan por conseguir la custodia de una niña que puede caer en una familia rica o en una de clase media baja, sin existir aún las pruebas de ADN la cosa se pone complicada. Dieciocho años después, dieciocho años en los que un detective ha seguido la pista del caso, con la niña ya viviendo con una de las familias desde el accidente, parece que, por fin, las piezas encajan y el dilema se va a resolver.

     La premisa de la que parte es interesante. La aparición de un niño milagrosamente intacto tras un accidente de avión y la existencia de otro bebé en el avión provoca que dos familias que no se conocían hasta el momento se enfrenten. Es cierto que en los aviones viajan muchos bebés, así que.. me pareció una buena idea. Incluso aceptando que se iba a salvar alguien de un accidente de avión. La historia nos llega pasados 18 años y nos presenta a una niña que ha crecido con dudas sobre su identidad junto a un supuesto hermano del que está enamorada, y nos introduce la investigación realizada por el detective gracias a su diario. Y aquí, yo que soy una persona tremendamente práctica, me encuentro con el primer escollo de la novela: en el momento que aparecen las pruebas de ADN y esas familias tienen tanto interés en saber, no entiendo que no se hagan y se llegue a una solución del enigma. El autor nos lo irá razonando a medida que avanzamos la novela, pero me ha parecido bastante endeble y eso ha provocado que empezara a dudar del resto de la narración y también de sus personajes, a los que no veía lo suficientemente dibujados. Un posible hermano por cada parte, ambos dispares, tanto como las familias... me empezó a resultar artificioso. Y en encallé.
     Reconozco que el autor busca el dinamismo en su novela, por lo que nunca dejan de suceder cosas en ella y eso provoca que el lector esté entretenido

     Cuando abro un libro estoy dispuesta a hacer actos de fe, por supuesto, y me creo lo que me cuentan o no existiría el término ficción y me limitaría a leer biografías. El problema lo tengo cuando no consigo que me encaje lo que me están contando. Esas pequeñas fisuras son como una cesta llena de agua: van dejando caer entre sus trenzas las motivaciones de los personajes que la forman. Y al final es un libro que leí sin prisa, sin demasiada curiosidad pese al giro argumental que, tengo que decir, tampoco me convenció.

     En esta época me gustan los títulos entretenidos para alternar entre lecturas o llevarme a la playa, ¿me podéis recomendar alguno?

     Gracias

   

martes, 5 de agosto de 2014

La asesina. Alexandros Papadiamantis




     "Recostada cerca del fuego, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el borde de la chimenea, la tía Jadula, más conocida como Yanú Frányisa, la de Ioanis Frangos, no dormía, sino que sacrificaba su suelo al lado de la cuna de su pequeña nieta enferma. La parturienta, la madre de la criatura, se había dormido hacía poco sobre su pobre jergón colocado a ras de suelo."

     Manos de anciana, no demasiado anciana, una sobre otra, y un título sugerente. No hizo falta más para que me trajera el libro de una de mis librerías favoritas. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La asesina.

     Grecia, principios del siglo pasado, allí conocemos a Fragoyanú, una anciana a la que ha tocado vivir en una época en la que hay más mujeres que hombres. Mujeres que son menospreciadas y que necesitan enormes dotes para casarlas, momento en que pasarán de servir en casa a servir al marido, o la cuñada si es mayor, y luego a los hijos. Una sociedad que desprecia a un género femenino que encima es superior en número al masculino por lo que tener una hija no es una noticia para celebrar, sino un quebradero de cabeza. Tal vez, piensa Fragoyanú, sea mejor que no nazcan niñas. Y ahí empieza su locura.

     El libro comienza con esta mujer pasando la noche en vela mientras cuida a su nieta recién nacida enferma. En un momento dado la estrangula mientras se deja llevar por unas reflexiones que la conducen a pensar que es una muerte por compasión. Nadie lo sabrá, sólo ella y nosotros... y el autor no va a hacer nada por justificar esa muerte, se va a limitar a mostrarnos los pensamientos de la protagonista. A partir de este momento se sucederán las muertes de niñas a manos de esta mujer que parece dejarse llevar por un estado de pseudoenajenación que la dice que es lo que tiene que hacer, aunque jamás deja de ser consciente de la maldad de sus propios actos, ni nosotros tampoco. Eso la llevará a liberar de la carga de tener niñas a más familias y también a atraer la mirada de la ley... y a huir.

     Papadiamantis tiene una manera de narrar los hechos tremendamente realista conduciéndonos a pensar cuantas mujeres habrán vivido en esas sociedades pobres que las infravaloraban por su género. Pronto percibimos las calles, la falta de recursos y el empobrecimiento de una pequeña población y casi podemos ver a esta anciana solitaria recorriendo su lóbrego camino. Capítulos cortos, lectura ágil y una complejidad oculta bajo las letras en esa supuesta compasión de la mujer hacia su propio género, y en la drástica solución que decide tomar. Las costumbres, la moral, la muerte, las mentiras... todo en apenas un puñado de páginas que cierra con un final tan predecible como necesario. Una novela corta que he disfrutado leyendo en un par de ratos.

     ¡Que no se salven!¡Que no crezcan más! nos cuentan que repite la protagonista, escalofriante sin necesidad de añadir más palabras.

     En general, reconozco que me gustan las novelas con personajes femeninos que tienden a la complejidad. Y vosotros, ¿os acercáis más a libros protagonizados por hombres o por mujeres?

     Gracias

lunes, 4 de agosto de 2014

La casa de hojas. Mark Z. Danielewski



     "Todavía tengo pesadillas. De hecho las tengo tan a menudo que ya debería haberme acostumbrado. Pero no. La verdad es que nadie se acostumbra a las pesadillas.
     Durante una temporada probé todas las pastillas imaginables. Cualquier cosa con tal de refrenar el miedo."

     Si uno se limita a observar la cubierta del libro, tal vez pase de largo. Pero si se decide a abrirlo, se debatirá entre dos opciones: considerar la novela como un despropósito de líneas mal colocadas y páginas casi en blanco, o sentirse irremediablemente atraído por esa monstruosidad que forma el libro. Yo tenía clara mi opción, así que no tardé en llevármelo a casa. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La casa de hojas.

    Navidson interrumpe su ajetreada vida como fotógrafo para mudarse con su mujer y sus hijos a una hermosa casa. Como le sigue gustando la imagen, pronto instala cámaras por la casa con el objetivo de hacer una película sobre su familia.Y así descubre un imposible; la casa mide más por dentro que por fuera. Esto lo obsesiona y lo investiga cámara en mano, llegando a hacer una película que vería un tal Zampano. También se obsesiona, este con la película, y escribe un manuscrito que es casi un estudio tanto del film como del fenómeno que en él se muestra. Pero nosotros a quien conocemos es a Truant, un joven que encuentra el manuscrito de Zampano y se siente irremediablemente atraído por él: obsesionado.

     Y esta es la historia que nos cuenta uno de los libros que más han dado que hablar desde su publicación. En su primera novela, Danielewski nos hace dudar de uno de los pilares más elementales; la física, la medida, lo que vemos. El interior de una casa no puede ser más grande que el exterior... él lo sabe, nosotros también, y su protagonista está seguro de ello. Y se obsesiona, y la casa crece y el libro se torna intrigante y retorcido. Tanto es así que las anotaciones de Truant se convierten en molestas interrupciones en las que nos habla de banalidades. Zampano es quien nos interesa, su investigación, sus notas, su Minotauro. Entramos en este juego en el que Davidson explora una casa que parece crecer retorcida en su propia oscuridad sin saber a dónde nos va a llevar, y aquí entra en juego esa curiosa colocación del texto. Porque lo acompañamos:
                                                                             puerta
                                                                             tras 
                                                                             puerta
                                                                             esca
                                                                                  lera
                                                                                       tras
                                                                                          esca
                                                                                               lera
(Lo siento, tenía que ponerlo así, era una tentación demasiado fuerte)

     Y no avanzamos, aunque pasamos páginas, igual que le sucede a Navidson y su equipo en las entrañas de esa casa. Y la aventura se estrecha y las letras bailan ante nuestros ojos. Y Truant empeñado en contarnos en notas a pie de página su vida, sus propias obsesiones, sus carencias... Y ahí está la maestría de Danielewski al hacer lo imposible; una novela que se retuerce sobre si misma desde dentro al igual que lo hace su casa imposible. Y ahí estamos nosotros adentrándonos por pasillos eternos y oscuros buscando el secreto de esta casa. Buscando el núcleo, el monstruo, la solución. Dejando por el camino rastros que luego no vemos, amigos, compañeros... y seguimos avanzando sin descanso. Obsesionados.

     Supongo que ahora debería de decir que es una obra maestra y citar eso del Moby Dick de la literatura, pero... hacer una reseña a tiempo pasado otorga una perspectiva distinta de la obra. Como novela de terror, la historia de Navidson/Zampano es fantástica, totalmente recomendable. Otro caso es Truant y su constante interferencia en notas a pie de página que aportan una suerte de metalectura en la que el lector también es ficción. Eso es lo que complica y alarga la novela, ya que se aleja mucho del terror psicológico lo que nos cuenta (a no ser que el lector tenga hijos y piense en que se puedan convertir en un personajillo similar).
     Con todo, hay que leer La casa de hojas, como novela, como novedad, como experimento, como rareza y como libro para ser disfrutado. Independientemente de la trama, de si nos atrapa, de si nos gusta o nos emociona... merece la pena. Por cierto, a mi me gustó.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD. Si el libro nos marca la casa en color, remarcándola, yo he querido sumarme a la idea y destacarr la sensación recurrente durante su lectura.

      Os dejo el booktrailer:

sábado, 2 de agosto de 2014

¿Por qué te gusta tanto leer?




     "Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo."
     Paul Sweeney

     Ya lo he comentado alguna vez, pero la lectura compulsiva, el lector empedernido que no sale de casa sin un libro ni es capaz de pasar por el escaparate de una librería, tiene algo de adicto a la tinta impresa. Por eso cuando alguien me pregunta por qué leo tanto no sé muy bien qué responder. "¿Por qué te gusta leer?" y para cuando tengo ordenada una respuesta ya han cambiado de tema. Es muy difícil decir objetivamente lo que sentimos al encontrar un libro que nos emociona como también lo es expresar objetivamente las razones por las que una persona nos ha enamorado.

     Probemos. Cuando abro un libro de esos que me gustan, que me emocionan, siento como si cada renglón fuera el hombro de su protagonista y yo estuviera asomándome a él, acompañándolo en cada momento como un testigo de excepción de cuanto allí acontece. Para eso, mi mundo, el real, se desdibuja; y van subiendo unas paredes invisibles que forman una burbuja que logra contener el ruido y la hora, las palabras, los sonidos de coches, de voces, de pájaros. Mi existencia se mantiene en una suerte de estado suspendido en falso, falso porque el reloj sigue marcando los minutos o las horas transcurridas, suspenso porque yo estoy en mi burbuja, y todo lo que sucede a mi alrededor me es tan ajeno como cercano me resulta ese mundo literario que ahora es el mío. Alguna vez, tal vez en un parpadeo, acierto a pensar que este o aquel será el último capítulo, porque se me hace tarde... pero pocas veces soy capaz de cumplir esa promesa que ya me suena falsa antes de nacer. Cuando encontramos un libro que nos emociona, nos hace sentir como propias las alegrías y las tristezas, los miedos, los deseos... nos convierte en visitantes de tierras extrañas y somos capaces de hacer las cosas más insospechadas. A veces incluso nos desnuda mientras leemos las intimidades de sus protagonistas. Porque para que un libro alcance ese grado en el que lo llamamos inolvidable, algo cercano nos tiene que tocar, algo privado, algún rastro, alguna muesca hemos tenido que ver... incluso sin ser conscientes de ello. Y corremos por sus letras, avanzamos a un ritmo constante siempre marcado por las obligaciones a las que arañamos minutos deseosos de volver a meternos en esa burbuja, mientras miramos de reojo cuánto nos queda por leer. Sensaciones contradictorias: prisa por saber qué va a suceder, pena al empezar a sentir que se nos acaba el tiempo de vivir esa historia. Como si sintiéramos que se agotan los sentimientos por ese primer amor al que sabemos nunca vamos a poder olvidar.

     Y entonces terminamos y se cierne el vacío. Cerramos el libro tras leer la última página y nos sentimos satisfechos, plenos... y vacíos. Ya no hay más, se acabó ese mundo, esa amistad, ese amor. Y paladeamos frases sueltas, momentos con sabor a tinta que serán los que recordemos al hablar del libro. Porque tenemos que contarlo, compartirlo, gritarlo. Y al hacerlo, cada vez, aunque nuestro oyente no se dé cuenta, habrá un brillo de envidia en nuestra mirada. En realidadf lo envidiamos porque... qué no daríamos por no haberlo leído y que alguien nos lo recomendara para volver a sentarnos, para volver a leerlo, para volver a sentir.

     Hacemos un luto de minutos, de horas, incluso de días. Y volvemos a buscar otro título, otro personaje que sea nuestro amigo y otro autor que nos lleve de la mano a su mundo. Porque en el fondo, tal y como os decía al principio, lo sabemos: somos adictos a la tinta impresa.

     Y todo esto, ¿cómo se lo explico a quien me pregunta por qué leo tanto?
     O mejor, decidme una cosa, ¿qué responderíais si os pregunto por qué leéis? ¿Qué os hace sentir?

     Gracias

viernes, 1 de agosto de 2014

Taipéi. Tao Lin




     "- Qué -dijo Paul a un volumen normal.
     - Nada -dijo Michelle, que seguía sonriendo un poco.
     - ¿Por qué sonríes?
     - Por nada.
     - ¿Qué te ha hecho sonreír?
     - Nada. La vida, nada más. La situación."

     Tao Lin es uno de esos nombres que han entrado fuerte en las letras. Con tres novelas publicadas, y habiendo leído Richard Yates y Robar en Ammerican Apparel, estaba claro que tenía que seguir con la última. Aunque sólo fuera para terminar de decidir lo que pienso de sus letras. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual Taipéi.

     Conocemos a Paul, un joven veinteañero, escritor, que vive en Nueva York alejado de su familia y raíces asiáticas. En realidad no le importa demasiado, como casi nadie que lo rodea. Lo acompañamos en sus relaciones, y también en la ausencia de ellas, en su relación con su entorno, en sus pensamientos y divagaciones sobre el amor y vivimos sus adicciones. Está esperando comenzar su gira, pero eso tampoco le interesa demasiado.

     Siempre me hizo gracia cuando alguien me decía que no tenía claro si algo le había gustado. Hasta que me tropecé con Tao Lin. Este joven, con sus letras incómodas y sus miradas certeras a algunas de esas cosas que no queremos ver, me atrae irremediablemente a su obra. Aunque no me guste lo que me dice igual que no nos gusta oír en voz alta esas verdades que sabemos en nuestro fuero interno. Y un claro ejemplo es el protagonista de Taipéi. Tao Lin utiliza un estilo desprovisto de emociones, tal vez porque según él mismo su aprendizaje se produjo en las redes y, por mucho que nos empeñemos, las redes son la forma más impersonal que tenemos de socializarnos. Y así lo percibimos en cada frase, en cada párrafo construido justo con ese propósito (para muestra la presentación que nos hace de quienes van asomando en su vida "nombre, edad"). Paul puede relacionarse con un grupo de gente afín a él, puede ir a fiestas, observar, enamorarse... incluso se droga o consume alcohol. Pero a él lo que le interesa, su verdadera adicción, es la tecnología. No le importa no moverse de casa, necesita no relacionarse de forma física y no tiene ningún problema en admitirlo siempre y cuando tenga un enchufe al que conectarse.
     Es difícil contar lo que sucede en un libro en el que el protagonista parece empecinado en que no le suceda nada y el autor opina exactamente igual. Y es difícil explicar la conexión y el fastidio que podemos llegar a sentir con Paul, esa necesidad de seguir leyendo para ver si lo atropella el metro o si finalmente madura y comienza a moverse. Paul se casa con Erin, y pensaréis que entonces sí que suceden cosas, porque decide ir a Taipéi y las drogas reaparecen, pero no, no tenemos la impresión de que le suceda nada importante o de que, como decía al comienzo, le importe nada de lo que hay a su alrededor.

     Lo que más sorprende es la apatía del protagonista, la del autor, y los rasgos que podemos reconocer de toda una generación en esas palabras medidas, asépticas, indiferentes. Y nos revolvemos incómodos. Pero no podemos parar de leer. Porque es condenadamente bueno. Así que volveré a leer a Tao Lin.

     Y vosotros, ¿hay personajes que os caen mal y aún así os ganaron la partida en sus novelas?

     Gracias