sábado, 30 de noviembre de 2013

Releer




     "Releer lo que me había ahuyentado una primera vez, releer sin saltarme un párrafo, releer desde otro ángulo, releer por comprobación, sí... nos concedemos todos esos derechos.
     Pero sobre todo releemos gratuitamente, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la comprobación de la intimidad".
Como una novela
Daniel Pennac

     Nunca he comprendido a la gente que se aburre delante de un libro. Claro, asumo que hay otros que no me comprenden a mi, que no veo la televisión por ese mismo motivo. Pero me he dado cuenta de un fenómeno curioso. La gente es capaz de ver una película dos, tres, cinco veces... pero cuando digo que he leído tal o cual libro dos veces, se giran para mirarme como si estuviera contando mi último viaje a marte.

     Uno de los derechos del lector, como dice Pennac, es volver a encontrarse con las palabras que le hicieron sentir un día. Cuando un libro me apasiona no lo leo, lo devoro, me dura un rato, apenas una tarde en la que no respiro por escuchar mejor su voz y por eso pasado un tiempo me gusta regresar a su historia. Tengo la sensación de hacerlo de una forma mas pausada, deteniéndome entre las líneas para recoger todo lo que el autor quería decirme. Porque si lo estoy releyendo es porque ese libro me dice algo a mi. De hecho los lectores tenemos una "vena" egocéntrica que hace que pensemos que hay libros que nos hablan directamente, a nosotros de forma individual de entre los cientos, miles de personas que se han acercado a esa misma cubierta. Y somos capaces de hacer esa afirmación sin pudor alguno.

     Hubo un tiempo en el que decía eso de "las vida es limitada y las lecturas parecen no serlo, ¿por qué entonces repetir pudiendo descubrir otra historia?" Hasta que me encontré con un libro ya leído en las manos, y disfruté de sus palabras. Me reencontré con los hombres de gris de Momo que recordaba de mi infancia y los disfruté desde otra perspectiva. Me descubrí releyendo poemas hasta casi memorizarlo y también novela, sí. Haciendo mías frases sueltas, usando ejemplos prestados, ideas adquiridas, miradas nuevas. Repitiendo lecturas.
     He descubierto que cuando somos niños si que somos capaces de releer los libros de Julio Verne, los cómics de Asterix, Las aventuras de los cinco... en esa época es algo mucho más frecuente. A medida que vamos cumpliendo años perdemos ese pequeño placer que se encuentra en saber lo que va a suceder, anticiparse a la frase, al verbo, a la palabra. O tal vez no.

     Personalmente me gusta volver a pasar por determinadas lecturas, ya sea completas o capítulos sueltos. Es uno de esos placeres que hago sin prisa, sin listas, disfrutando letra a letra.

     Y vosotros, ¿practicáis la relectura?

     Gracias

jueves, 28 de noviembre de 2013

El sueño de una noche de verano. William Shakespeare


     "El rey celebra aquí sus fiestas esta noche. Cuida de que la reina no se presente ante su vista, pues Oberón está muy enfurecido contra ella porque lleva de paje a un hermoso doncel, robado a un monarca de la India. Jamás había tenido ella un cautivo tan encantador; y el celoso Oberón habría querido hacer al muchacho caballero de su séquito, para recorrer los bosques inaccesibles, pero ella retiene por la fuerza al amado mozalbete, le corona de flores y cifra toda su alegría en él. Y por eso ahora nunca se encuentra en gruta, pradera, clara fuente o a la brillante luz de las estrellas sin que se querellen. De modo que todos sus duendes, llenos de miedo, se deslizan dentro de la corteza de las bellotas y se esconden allí."

     Creo que fue viendo El club de los poetas muertos que me fijé en el título que os traigo. Después, pasado el tiempo, me dio pereza porque pensé: "teatro". Sin embargo, como todo lo que me llama la atención siguió ahí, en un rincón de mi mente, hasta que me decidí a lanzarme. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El sueño de una noche de verano.

     Hoy nos vamos de boda. Se casan Teseo e Hipólita, y en la boda asistiremos a las desventuras y aventuras amorosas de dos parejas mientras se mezcla el mundo real con el de las hadas. De hecho, os pongo en antecedentes: Hernia está enamorada de Lisandro, pero su padre quiere que se case con Demetrio quien es a su vez amado por una amiga de su novia. Es más, él abandonó a esta amiga, Elena, por Hernia, quien tiene cuatro días para cumplir la voluntad de su padre o morir, así que planea fugarse con Lisandro. Pero claro, ella se lo cuenta a su amiga Elena... ¿imagináis?
Y por otro lado llegamos al bosque, a ese que planean ir los huidos, y en él nos esperan Oberón y Titania, los reyes de las hadas, enfadados por un paje. No sólo eso, Oberón quiere echar en los ojos de su esposa un líquido que hará que se enamore de quien vea primero al despertar, él la adora. Y será a ese bosque al que lleguen Lisandro y Elena y la buena voluntad, o no tan buena, la que provoque el enredo. Porque hay líquidos que "los carga el diablo".

      A estas alturas ya es evidente que hay un enredo y de los gordos, ¿no? amores cruzados, situaciones desesperadas y, como no, batallas dialécticas llenas del ingenio al que nos tiene acostumbrados el autor. Soy consciente de que el teatro es un género que muchas veces asusta y que hay además autores que nos "intimidan" por todo lo que representan, pero sigo defendiendo que hay clásicos a los que merece la pena acercarse. Y poco importa en realidad si es a través de la lectura o de una representación teatral. Pero ahora que parece que llevamos una temporada en la que hadas, duendes y magia entran y salen de cualquier estantería sin pudor alguno para sus dueños, puede que sea el momento adecuado para reírnos un rato de la mano de Shakespeare.

     Mi recomendación de hoy pasa por una comedia de enredo en la que, además aparecen unos cómicos. Una historia llena de simbolismos también y con alguna parte en verso ágil, endiablado incluso en una obra que dura veinticuatro horas. Una obra que todos conocemos, al menos por encima, y que realmente pocos se han atrevido con ella. Magia, mitos y bosques encantados llegan a mis estantes y pensadlo, en realidad conocemos más obras de Shakespeare de las que pensamos en un primer momento.

     Por cierto, de la obra de Shakespeare, ¿tenéis alguna favorita ya sea leída o vista? A mi me encanta Hamlet.

     Gracias

miércoles, 27 de noviembre de 2013

El joven Nathaniel Hathorne. Víctor Sabaté




     "Estoy seguro de que no creeréis mi historia, y quizá sospechéis que ni siquiera yo debo de creer en ella. Sois, por supuesto, libres de hacerlo. También yo he pensado que lo que me ha sucedido, este plagio inverosímil del que creo haber sido víctima, es algo imposible, y que, en consecuencia, el hecho de escribir un libro a partir de ello bordeará la extravagancia o la ridiculez."

     Una editorial desconocida para mi y un título que me llamó la atención porque le faltaba una letra, o algo así. en realidad no, "está bien escrito" me explicó @AramysRomero, y después... bueno, después de cuatro frases me lo tuve que apuntar. Y así es que hoy traigo a mi estantería virtual, El joven Nathaniel Hathorne.

     Conocemos a el narrador, un hombre que tuvo el sueño de ser escritor y quedó por el camino de una vida de clase media, felicidad media, distracción media... Al principio pensó que sería un triunfador, estaba destinado a ello y no necesitaba esforzarse, había tiempo así que apenas escribió un cuentito. Años más tarde descubre  que lo improbable tal vez haya sido posible: ¡un plagio! pero ¿anticipado en el tiempo?

     Estamos ante una novela corta que juega con el concepto de plagio y de metaliteratura incluso. el autor parte de una premisa totalmente inverosímil, que lo plagie un escritor ya famoso siendo él un desconocido no publicado y que el relato plagiado aparezca con una fecha anterior. Dicho así es totalmente increíble. Pero, si en una primera parte nos cuenta su vida, deseos y, seamos honestos, sus pocos esfuerzos por lograr dichos deseos; en la segunda nos desarrolla esta posibilidad utilizándola como excusa para construir una historia. De este modo y plegándose sobre si misma, la historia se simplifica y discurre de una forma ágil para dejarnos además referencias literarias a Vargas Llosa o Borges.
     Una primera obra, un apellido que parece mal escrito, una trama diferente, original y bien concluída y todo ello en cien páginas en las que consigue llevar al lector a ratos interesado, o divertido, o atónito hasta buscar el final que llega dejándonos con las ganas de seguir leyendo a Sabaté.

     Esta vez os traigo un pequeño descubrimiento que os invito a investigar. Os llevaréis una grata sorpresa.

     Y vosotros, ¿cuál ha sido vuestro último descubrimiento?

    Gracias

     PD. No he mirado si Aramys tenía una reseña del libro. Cualquier coincidencia con ella (en caso de tenerla porque no he mirado) no será plagio. No obstante, hace unas reseñas fantásticas, dignas de ser leídas (que no plagiadas)

martes, 26 de noviembre de 2013

Hace cuarenta años. Maria Van Rysselberghe




     "No me decía a mi misma que lo amaba: él era, sencillamente, lo principal. aparte de él, ocupaban mi vida una mor muy alegre y la ternura de una hija. Mi existencia transcurría plena y placentera, sin frivolidad: el arte al que servían quienes me rodeaban era un dios difícil. Sin embargo, sin aquella criatura a la vez desfigurada y resplandeciente el mundo habría carecido de significado; sólo en él percibía lo irreductible que me corresponde. Él encarnaba la sensatez necesaria, mi centro de gravedad. Lo llamaré Hubert."

     No conocía el libro, me lo presentaron, como tantas veces, como tantas lecturas (gracias). Un libro con una base romántica, con una base lectora... una rareza seguramente. Una lectura corta, una cata casi. Hoy traigo a mi estantería virtual, Hace cuarenta años.

     En una casa en una duna, en el Mar del Norte, nacerá un amor incondicional entre un hombre, llamémosle Hubert, y una mujer. Ambos casados, ambos amantes de los libros, ambos singulares. Cuarenta años después ella recordará el momento en que ese amor llenó su existencia.

     Tengo que decir que el tono de esta novelita es delicioso. Esa reflexiónen la que se percibe el cariño por lo vivido, sin un atisbo de nostalgia o arrepentimiento, sino el simple cariño por la experiencia me cautivó desde las primeras páginas. Y tengo que empezar resaltando eso porque luego con la historia tuve ciertos problemas. Me costó mucho creerme que dos personas se enamoren de una forma tan platónica, lo siento. Supongo que me falta ese lado romántico que hace que disfruten de la tortura de saberse enamorados y solos y no avanzar o marcharse. Entiendo la fidelidad, ¡cómo no! Pero no entiendo la tortura. Y ahí, como sucede en muchas ocasiones con las historias, es en el momento en que tuve esa desconexión que provoca que una novela se quede en letras y no nos llegue a calar.

     No me entendáis mal, no estoy diciendo que sea un mal libro. Simplemente no es para mí. Hubo algún momento en el que incluso confieso que me reí sabiendo que estaba destinado a causar otro tipo de sentimientos. Creo, sinceramente, que cada libro tiene su lector adecuado, de eso trata precisamente este espacio, y en este caso... la que no estuvo adecuada, fuí yo.

     Y vosotros, ¿no os ha sucedido alguna vez que estáis leyendo un libro y se os antoja lejano y ajeno pese a que pongáis todo el interés?

     Gracias

lunes, 25 de noviembre de 2013

Doctor Sueño. Stephen King



     "El segundo día de diciembre de un año en el que un cultivador de cereales de Georgia hacía negocios en la Casa Blanca, uno de los hoteles de veraneo más importantes de Colorado ardió hasta los cimientos. El Overlook fue declarado siniestro total. Tras una investigación, el jefe de bomberos del condado de Jicarilla dictaminó que la causa había sido una caldera defectuosa. En el hotel, que permanecía cerrado en invierno, sólo se hallaban presentes cuatro personas cuando ocurrió el accidente. Sobrevivieron tres."

     Así comienza el libro que hoy os traigo, trasladándonos directamente a una historia que todos conocemos. Por eso muchos nos hemos lanzado en plancha a este libro nada más salir. Bueno, y porque King es de los autores más leídos de forma abierta o no. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Doctor Sueño.

     Conocemos a Dan. Y digo conocemos porque poco queda de Danny, el niño que tenía un curioso poder y un amigo imaginario en El resplandor salvo parte de ese poder y un montón de demonios que no sabe como acallar. Y lo hace bebiendo hasta que toca fondo y decide reconducir su vida. La mejor forma es usando su poder para ayudar a la gente y asistiendo a reuniones de Alcohólicos Anónimos. Poco supone Dan que una niña con un resplandor de una fuerza inusitada se pondrá en contacto con él y le llevará a descubrir que hay vampiros psíquicos contra los que luchar.

     Para los que leemos a King habitualmente empieza a ser algo obvio que su escritura ha cambiado. Lo conocimos como un hombre aterrador que nos cambió la idea sobre payasos y que nos quitaba el sueño por las noches y ahora lo vamos siguiendo en una escritura más sobria y quizás un tanto alejada de ese terror explícito. Poco a poco se ha convertido en un contador de historias. Y eso es lo que hace justamente en esta novela.
     Los que se acerquen a ella buscando una segunda parte del terror sentido en el Overlook rodeado de nieve posiblemente sufran una decepción, porque el libro no trata de eso ni tampoco lo pretende. King se viste de gala en esta edición para hablarnos de un Dan convertido en maestro y una niña, Abra, que está descubriendo su poder. Con una novela en la que no falta una secta de asesinos y peligros acechando nos internaremos en el universo de King a través de la puerta del desaparecido Overlook. Porque si bien comenzaba diciendo que no es una segunda parte, si que es un punto más de la historia que comenzó hace tantos años en El Resplandor. Un punto de vista más maduro, que no busca el susto sino añadir datos, completar lagunas, que conozcamos a ese niño que dejamos aterrorizado. Un niño que ha crecido marcado por lo sucedido hasta el punto de tener un trabajo cuanto menos inquietante y con el que acaba generando uno de esos protagonistas torturados que tanto le gustan a King y que son obligados a reaccionar por la vida. La protagonista femenina dota además a la novela de un tono juvenil que no le había visto antes al autor que, por lo demás, se mantiene fiel a sus ritmos y esta vez busca un final resolutivo acorde con el tono de la novela. Una novela que, pese a sus seiscientas páginas se hace ligera en su lectura y llegada su parte final nos cuesta dejarla posada sin saber el destino final de nuestros protagonistas.

     Para quienes no hayan leído a King, es una buena forma de acercarse. Sus incondicionales nos vamos acostumbrando a esta evolución del "maestro del terror", aunque echemos en falta esas primeras novelas que nos inquietaban hasta quitarnos el sueño.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     "Y la gente cambia. El hombre que ha escrito Doctor Sueño es muy distinto del bienintencionado alcohólico que escribió El resplandor, pero ambos conservan su interés por lo mismo: contar una historia acojonante." 
Stephen King

sábado, 23 de noviembre de 2013

Regalar un libro




     Dice El corte Inglés que es casi Navidad, y no sólo ellos, las tiendas se han vestido ya con los colores rojos y verdes tan característicos de esta época del año. Y yo miro el calendario y no termino de verlo, me faltan días o me sobran, según se mire, para acercarme a esas fechas. Es cierto que hay nieve en algunas partes, pero... no termino de verlo. Y sin embargo empiezan a inundarnos con campañas de compras de regalos y colonias y complementos, corbatas, juguetes... ya se venden hasta los dulces. Luego dicen que el tiempo pasa rápido... ¿no será que nos empeñamos en correr de fiesta en fiesta?
     Total, que hoy cuando en una tienda me ha dicho una amable chica "Si no la veo antes, Felices Fiestas" he pensado que tal vez la rara sea yo. Porque a fin de cuentas espero seguir saliendo a la calle durante todos los días que restan para las fiestas. Pero tal vez debería de pensar en los regalos que tengo que comprar. Tal vez. Y siguiendo una máxima que nadie dice pero todos hemos cumplido alguna vez, tiendo a regalar lo que me gusta orientado a quienes quiero. no mucha gente, apenas un puñado de personas. ¿Debería entonces regalar libros?

     No, porque los libros, como me han dicho muchas veces ocupan sitio. Y además, ¿qué hacemos con ellos una vez los hemos leído? qué tontería gastarse el dinero que vale, luego ya no sirven de nada. Y ocupan sitio y pesan. ¡Vaya si pesan! Que se lo digan a mis estantes que mantienen la horizontalidad porque unos libros sobre otros sirven de pilares improvisados que sustenten el peso de tanto papel. Además leer puede ser malo para la vista, hay miopía del estudiante (que lee) pero nadie ha oído jamás hablar de la miopía del espectador de televisión o del jugador de mus. Claro que no. Libros, qué les puede encontrar la gente de divertido pudiendo ocupar su tiempo en jugar al Candy Crush o a los cerdos que son impunemente golpeados por unos pájaros con cara de mosqueo. Eso si que es divertido y nos permite ver mundos distintos y no abrir puertas a la Tierra Media o al espacio exterior. Además, por si no lo habíamos pensado, leyendo se aprende. Siempre se aprende algo, aunque sea ortografía o gramática. Por favor, ¡un regalo que es casi didáctico! y que además ya no nos sirve para calzar una mesa o un sofá puesto que los amables señores de esa tienda sueca pusieron un mecanismo a las patas que permitía bajar o subir un poco cada una de ellas para que no se movieran en ese baile que buscábamos interrumpir para no derramar el café. Tampoco es un regalo que sorprenda, se le adivina siempre la forma... eso dicen. Aunque tengo que reconocer que ahora tengo una curiosidad y es si alguien regalará libros en formato digital y cómo los envolverá, si irán en un pen, o tal vez con una dedicatoria, si se recibirán igual o por ser intangibles y no poderlos tener en las manos se quedará uno con cara de circunstancias.  Tal vez estos libros si que se salven de muchas de esas críticas que son vertidas hacia este regalo. Supongo que hay muchos motivos para elegir otro regalo, podemos incluso contagiar de nuestra pasión lectora y entonces nos dirán que son caros, que ahora necesitan comprar más como si les hubiéramos hecho adictos a algún tipo de sustancia nociva. Y lo digo cogiendo un libro buscando la advertencia sanitaria que no aparece.

     Tal vez esté confundida y los centros comerciales tengan razón y ya sea hora de buscar los regalos para estas fiestas. Y mucho me temo que, pese a las críticas volveré a mirar las mesas de libros buscando compartir las lecturas que me han gustado durante el año. Y que con otros títulos haré lo que muchos hacen con la lotería, y si no los he leído compraré dos. No "por si toca", claro, pero, ¿y si me gusta? Regalar un libro que no he leído me cuesta, lo reconozco. Llamadlo egoísmo lector.
     Porque el recuerdo de un buen libro dura mucho más que la fragancia de un perfume.
     Porque la historia que contiene un libro nos puede hacer reír o llorar exactamente igual que cualquiera que veamos en una pantalla.
     Porque me gusta compartir las cosas que me hacen disfrutar y también disfruto viendo mis estantes abarrotados.
     Porque puede que acumulen polvo, pero no se rompen al limpiarlos como puede hacerlo una figura.
     Porque compartir una historia es algo mucho más íntimo que comprar una corbata.
     Y porque me gusta invitar a soñar.

     Por todo eso, y por un millón de razones más, este año también voy a empezar a mirar los libros con otros ojos. Los del comprador que busca un regalo adecuado para una persona especial. Hay libros especiales, historias especiales y también personas especiales. Este año, si tengo suerte, tal vez acierte en alguna de las combinaciones y sea capaz de unir los tres factores y atarlos con un lazo de color en un paquete rectangular.

     Este año, voy a regalar libros. Y vosotros, ¿figuran también entre vuestras compras navideñas habituales?

     Gracias

     PD. Me niego a felicitar la Navidad con tanta antelación.
           

viernes, 22 de noviembre de 2013

Bumi Barú. Marta Mañes


          "Iba a ser un sábado muy largo pero Clara no lo imaginaba. La luz vespertina aguantaba las horas hasta la llegada del inicio del verano. Clara cruzó la entrada del hall como habitualmente hacía por las tardes. Un gesto amable de la recepcionista, Margot, le indicó que Judith no estaba en la sala de televisión de la planta principal."

     Hay veces que una portada o un título parecen definir lo que esperamos encontrar en un libro. Otras veces no. Otras veces necesitamos tener referencias diferentes, leer sobre él, oír algo más para saber qué esperar, incluso más allá de la sinopsis. Eso me pasó con el título que os traigo hoy. Hoy traigo a mi estantería virtual, Bumi Barú.

      Conocemos a Clara, una joven que acude a ver a su madre enferma sin saber que ésta ha decidido dejarle leer uno de sus mayores secretos, un manuscrito que ha guardado durante muchos años. Este manuscrito será leído por Clara casi con ansia, encontrando en él el testimonio de una vida a través de la voz de otra mujer, Carina.

     Tres mujeres, Clara, su madre Judith y Carina, la protagonista del manuscrito. Casi a modo de metaliteratura Clara se encuentra con un recorrido por la historia más reciente de nuestro país. Desde finales de los años sesenta hasta la actualidad las cosas han cambiado mucho. Y así asistiremos a la apertura de un país y cómo hubo familias que vivieron una rápida prosperidad, la mejora de la calidad de vida, las ciudades, el inicio del botellón... pocas cosas escapan a la pluma de Marta que sabe dar un reflejo real de la evolución social que estamos viviendo. Y será Carina quien nos lo cuente con los ojos de quien lo vive en directo a través del tiempo, y tal vez, sólo tal vez, en alguna de las cosas que nos cuenta haya lectores que se sientan identificados. O que recuerden a la perfección cada una de sus palabras como si fueran propias. La televisión, el coche, el materialismo, los sentimientos, la crisis incluso, todo ello cabe en esta historia que no es otra que la historia de una familia, casi una saga familiar narrada en primerísima persona.
     Pero no es sólo eso, porque también es Bumi Barú. Desde el principio me sentí intrigada por esas dos palabras. Por un mundo mejor reza el subtitulo del libro. Bien, ahora que las distopías están de moda y nos hablan de futuros inimaginables (o tal vez sí que nos los imaginamos), la idea por la que lucha Clara no se nos antoja tan lejana. No nos habla de ciudades en el aire con todos los avances del mundo, sino de un proyecto que aparece ya en la primera página y al que el mundo se apunta, dejándonos con la intriga sobre qué es. Un proyecto que se nos antoja amable y posible, un cambio si preferís decirlo, que viendo lo últimos años... tal vez no sea tan mala idea.

    Bumi Barú es un libro positivo, escrito de una forma relajada que deja un buen tono en la mente del lector. Un eco a historia real que no podemos despegarnos y un proyecto que... bueno, ese proyecto lo tendréis que valorar vosotros. Porque seguro que os hace pensar un rato.
   
     Mañana me toca ir a comprar libros y hoy elegir lectura de fin de semana. Amenaza lluvia y creo que voy a tener mucho tiempo para sumergirme en una buena historia. Y vosotros, ¿me recomendáis un título para traerme a casa? Uno, de esos que me pueda quedar leyendo el sábado por la tarde mientras oigo llover.

     Gracias


jueves, 21 de noviembre de 2013

El istmo del reloj de arena. Pablo de Aguilar González




     "En ocasiones, la vida de algunos seres se convierte en el istmo de un reloj de arena, en esa angostura que une dos islas de cristal. En una de ellas, en la que te encuentras, lo cotidiano... bueno o malo. En la otra, lo desconocido... bueno o malo. Tus acciones, tus anhelos, quizá simplemente las circunstancias, te arrastran hacia ese estrecho sin que exista modo alguno de evitarlo. Hagas lo que hagas, te aspiran irremisiblemente al fondo. Lo que allí vas a encontrar, no lo sabes. Algunos descubren el lugar al que pertenecen; otros, sin embargo, sólo se dan de bruces con su condena. A veces, todo permanece igual q ue antes de precipitarte y sólo se ha tratado de una sacudida. en todo caso, una vez alcanzado el desfiladero, no existe la posibilidad de volver atrás.
     A menos que una mano gigante voltee tu reloj de arena."

     Vaya por delante que más que traer un libro hoy comparto un descubrimiento. De hecho, no es la primera vez que lo hago, puesto que este es el tercer libro que traigo del autor. Si me gusta como escribe una persona, sigo su pista. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El istmo del reloj de arena.

     Conocemos a Efrén, un informático propuesto para un ascenso por su jefe y amigo Cristo. Lo acepta porque puede suponer una gran mejora y convertirlo en un triunfador, de los que le gustan a la novia de Cristo (que le gusta a él). Cuando llega a su nuevo destino en Madrid, descubre que hay una serie de muertes en su empresa y que podrían estar relacionadas con el trabajo que lo han encomendado. Aunque no estará solo, en esta situación lo acompañarán Bárbara, una compañera de trabajo, y Sinforoso, el hombre de la limpieza.

     Estamos ante una novela a tres voces. Por un lado tenemos a Efrén y su intento por llegar a esa nueva vida que parece abrírsele con su ascenso y traslado; por otro a Bárbara, cuya historia es la perspectiva de un espectador de lujo y que va aderezada con sus propias sensaciones y sentimientos; y finalmente la voz de Sinforoso, un personaje al que no podemos evitar coger cariño por su tono, sus coletillas... Y en mitad de todo esto, unas muertes que podrían relacionarse con el software del que se encarga Efrén, sin saberlo. La trama está servida y el lector enganchado a ese descubrimiento y las reacciones que provoca, el seguir la pista, dudar, buscar la certeza, saber... pero no, no es simplemente eso. Las novelas de Pablo, y en esto creo que el título le viene al pelo, parten siempre de puntos vitales en sus personajes. Y tal vez, precisamente por eso, son novelas de personajes. Aquí, y pese a que queremos saber qué es lo que sucede, siempre nos importa más lo que les sucede a ellos, lo que piensan, lo que sienten.
     Tal vez por eso nos hace una presentación pausada de la historia, para que nos hagamos amigos y luego poder meternos de lleno y que no levantemos la vista del libro. Y lo hace sin grandes complicaciones, con frases cortas y un lenguaje cuidado que forma parte de las descripciones no explicadas. A Sinforoso, por ejemplo, lo conocemos más por sus formas, y es por ellas que nos va ganando. Pero no penséis que sólo hay tres personajes; Cristo, su novia, secundarios ocasionales... todos ellos consiguen crear un universo al que es difícil resistirse en una novela cuyo argumento se me antojó tan novedoso como interesante y que consiguió que caminase por esta empresa y por estas vidas.

     Un libro con el que disfruté y unos personajes que me acompañaron tras haberlo cerrado. Creo que no se puede pedir más.

     Y vosotros, cuando un autor os gusta..¿le seguís la pista?

     Gracias


miércoles, 20 de noviembre de 2013

No confíes en Peter Pan. John Verdon




     "Mucho antes de empezar los crímenes.
     Hubo un tiempo en el que soñaba con ser el dirigente de una gran nación. De una potencia nuclear.
     Como presidente, tendría el botón nuclear al alcance de la mano. Con una simple presión de su dedo podría lanzar una lluvia de misiles nucleares. Arrasar grandes ciudades. Poner fin a la podredumbre humana. Hacer borrón y cuenta nueva.
     Al crecer, sin embargo, había adquirido una perspectiva más práctica, una idea más realista de lo que era posible. Sabía que el botón nuclear jamás estaría a su alcance."

     John Verdon me sorprendió mucho con su primer libro. Además me quité el sombrero cuando a media novela nos resolvía el gran enigma de un plumazo, ¿he dicho ya que era su primer libro? Supongo que es el motivo principal por el que he seguido su saga de Gurney, buscando esa capacidad para sorprender de la que hace gala de vez en cuando. Hoy traigo a mi estantería virtual su última entrega, se trata de No confíes en Peter Pan.

     Hardwick es un detective privado que conoce a Gurney de hace tiempo. Ahora se pone en contacto con él para pedirle ayuda con un caso. Se trata de una apelación en el caso de una viuda acusada de pegar un tiro a su marido, lo cual no parece muy complicado hasta que se empieza a mirar debajo de las fachadas de los implicados.

     Ya he comentado alguna vez que Gurney no me gusta especialmente, y en cambio la forma de escribir de Verdon me parece muy dinámica y entretenida. Parece además que le ha cogido el punto a este detective y su esposa, de la que nos seguirá aportando datos para introducirnos en ese universo doméstico en el que vive Gurney, y la saga me da la impresión que continuará. Se vale el autor de jugar al gato y al ratón aportando datos y giros que descubren al mismo tiempo detective y lector, sin dejar a ninguna de las partes que sea alumno aventajado de una trama que se desdobla enseñándonos los secretos de sus secundarios que incluyen mafia, corrupción, infidelidades, mentiras y secretos para aderezar la historia.

    Reconozco que en este caso tuve que luchar contra el impulso de no comprar el libro por el título. No me gustaba nada ese juego que incluía en el título un personaje de literatura infantil. Prejuicios supongo, no se si os ha pasado alguna vez. Sin embargo, me he encontrado un libro que me ha gustado más que su predecesor, mejor estructurado, pensado para entretener y aumentando en ritmo e intriga a medida que avanzamos en la lectura de estas casi 500 páginas divididas en cuatro partes diferenciadas.
     Está claro que el autor sabe lo que se hace, lo que nos falta aún por determinar es si Gurney podrá pertenecer a ese selecto grupo de detectives de tinta conocidos por todos. En todo caso, y a nivel individual, será decisión de cada uno de los lectores conocer o no a este personaje que promete hacernos volar las horas de las tardes de lluvia que se avecinan. Yo digo que... me ha gustado Hardwick. Un libro muy entretenido, alguna sorpresa y sí, un Peter Pan.

     Y hablando de detectives de novelas, ¿cuál es vuestro favorito?

     Gracias

     Libros de la saga Dave Gurney:
     1. Sé lo que estás pensando
     2. No abras los ojos
     3. Deja en paz al diablo
     4. No confíes en Peter Pan

lunes, 18 de noviembre de 2013

Los habitantes del bosque. Thomas Hardy




     "El paseante que por nostalgia siga la carretera abandonada que une en línea casi recta, como un meridiano, la ciudad de Bristol con la costa sur de Inglaterra se encontrará durante la segunda mitad del viaje cerca de unos extensos bosques salpicados de manzanares. Allí los árboles, ya sean maderables o frutales, proyectan luces y sombras sobre los arbustos que flanquean la vía convirtiéndolos en  jirones. Sus ramas bajas se extienden por encima del camino, en cómoda horizontalidad, como si pudieran tenderse sobre el aire frágil."

     Me gusta como escribe Hardy, me resulta facilísimo quedarme enganchada a su prosa y no soltar sus historias hasta que las termino. Por eso cada nuevo título que descubro automáticamente es una nueva lectura. Y eso sucedió con el título que hoy os traigo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los habitantes del bosque.

     Conocemos a Grace Melbury, hija de un maderero que ha pasado lejos del pueblo los años de su educación. A su regreso se encuentra con el que debiera ser su futuro esposo, Giles, pero ahora parece que no está a la altura de tan bella dama. Ella debería de casarse con el médico, un hombre misterioso bastante más adecuado socialmente para ella, generando así un triángulo.

     Hay que tener cuidado con Hardy, eso vaya de antemano. Porque desde sus primeras páginas engancha. Esos paisajes naturales, descripciones personajes que se nos van acercando hasta ser totalmente reales sin importar la época a la que pertenecen... no tardan en ganarnos la partida. Para cuando nos queremos dar cuenta estamos en el pueblo conociendo a sus habitantes, viendo al padre de Grace arrepentido de su palabra y a Grace un tanto confusa entre su vida anterior y la actual. La educación ha marcado un punto de inflexión que casi hace que pertenezca a una clase superior con todo lo que eso implica, y para el autor es mucho. Hay una crítica, claro, a los estratos sociales, y ninguno de sus personajes se libran de esa influencia. Pero no pensemos sólo en los personajes principales, Marthy es un ejemplo de secundario inolvidable en una historia en la que el autor nos lleva de sorpresa en sorpresa, en la que nunca dejan de suceder cosas en ese tranquilo pueblo rodeado de árboles.
     Hoy os dejo todo un novelón, si os decidís a abrirlo pronto caeréis en la tentación de querer descubrir el final de Grace, saber si será junto a Giles o junto al doctor. Y pronto estaréis deseando saber qué sucederá con todos y cada uno de Los habitantes del bosque, junto a los que encontraréis amor, pasión, lealtad, familias, convicciones, secretos y todos los ingredientes necesarios para pasar un buen rato.

     Una novela más que recomendable para acercarse a un autor que conmigo hace tiempo que tiene la partida ganada.

     Y vosotros, ¿Con qué libro comenzáis la semana=

     Gracias

sábado, 16 de noviembre de 2013

Entrevista a Gregori Dolz. Editor en Alrevés



     Retomamos las entrevistas de los fines de semana y hoy nos acercamos hasta la editorial Alrevés. Muchos ya la conocemos por sus propuestas en novela negra, sus formatos particularmente llamativos y su presencia en las redes sociales. En todo caso, lleva tiempo enseñándonos que hay editoriales que crecen caigan los tiempos que caigan y que hay títulos que merece la pena descubrir. Y qué mejor forma de conocer un poco mejor esta editorial que preguntarle a Gregori Dolz.

- Poco a poco parece que editoriales independientes como Alrevés se van haciendo un hueco en las mesas de las librerías frente a los grandes grupos, o junto a ellos. ¿Cuál es la apuesta de vuestra editorial?
     - Es cierto que a lo largo de los cuatro años de existencia, Alrevés ha ganado terreno en las mesas de novedades. Sin embargo, no se puede cantar victoria ni mucho menos. Las editoriales independientes, si más no las de nueva creación (menos de cinco años de existencia) necesitamos imperativamente que nuestra base de lectores incremente. El sistema de distribución existente hoy en día, os pone en clara inferioridad frente a grandes grupos, y por lo tanto o nuestra base lectora crece a corto plazo, o nuestra presencia en las mesas de novedades, y por lo tanto nuestra capacidad de existencia, puede verse afectada negativamente. Por ende, nuestro objetivo a corto plazo es el de incrementar nuestra base lectora que a día de hoy nunca es suficiente.
     - Mucha novela negra, un género que capta cada vez más adeptos, ¿crees que es una moda la novela negra?
     - No lo creo porque cada vez más novelas son catalogadas como "negras" cuando quizás no lo son. Lo que ocurre es que el término novela negra es una manera práctica de agrupar en estos momentos un gran número de géneros que antes quizás estaban en un limbo en cuanto a dónde ubicarlos. Resumiendo, cada día se edita más novela negra porque cada vez más el término abarca una mayor cantidad de novelas. Más que una moda, creo que es una tendencia que en países como Francia ya había ocurrido hace muchos años, y por lo tanto el género negro -con una diversidad amplia- tiene un futuro brillante.
     - Formatos. Frente a la tapa dura y los libros sólidos, vuestra editorial presenta en muchas obras un formato más pequeño y manejable. Con unas tapas que incluso invitan a girar el libro abriéndolo a mitad, y sin embargo doy fe de que no se rompen. Es un formato buscado, ¿qué hay detrás de ese tamaño y medidas?
     - Sin lugar a dudas nuestro formato y el tipo de papel con el que hacemos nuestros libros de novela negra tienen una razón de ser. A la hora de crear la colección buscamos la manera de diferenciarnos. Sin embargo, implantar un formato así no resulta fácil. El tamaño manejable (como tu bien indicas) es el resultado de adoptar un formato no muy grande, y eso tiene su contrapartida, como puede ser que algunos libreros lo identifiquen más con libros de bolsillo que como novedades editoriales. En cualquier caso, son libros hechos para lectores, que, como siempre digo yo, pesan menos que un eReader, y que facilita su transporte y lectura en cualquier lugar gracias precisamente al tamaño y el tipo de papel utilizado en la impresión.
     - Autores. Nombres jóvenes, muchas veces no demasiado conocidos. Cuéntanos un poco cómo es ese proceso de selección de manuscritos que nos queda tan lejos a los lectores.
     - Durante estos primeros en Alrevés hemos apostado por autores poco conocidos pero cuyo valor literario era indiscutible. Para encontrar estas nuevas voces, hemos hecho uso de una gran red de contactos fiables que nos han puesto en contacto con autores como Víctor del Árbol, y hemos hecho muchas lecturas para encontrar desconocidos que nos han sorprendido por su calidad. el proceso es leer mucho, y nunca descartar un manuscrito, aunque reconozco que a día de hoy el número de textos que recibimos hace prácticamente imposible leerlos todos.
     - ¿Cuántos manuscritos o solicitudes de lectura os pueden llegar en un mes?
     - Como comentaba, aquí está el centro del problema, el gran número de manuscritos que recibimos, sobre todo en el género narrativa. En un mes puede que nos lleguen entre 25 y 40 nuevos textos. En Alrevés no contamos con lectores externos, y por lo tanto, no podemos leerlo todo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Un buen invierno para Garrapata. Leo Coyote




     "Manolo, El Gitano, tenía la mirada lastimosa y legañas en los ojos. Observaba atentamente la casa mientras una intensa lluvia le castigaba el rostro y todo su cuerpo. El agua se introducía por todos los resquicios que dejaba su ropa, que consistía en un chándal azul y un anorak de color rojo. Calzaba unas bambas blancas marca Nike, que ahora habían cogido un suave color marrón."

     Y así conocí a el gitano en esta lectura tomada para coger aire, pensando en leer un rato para despejarme antes de coger el libro que lleva muchos días ocupando mi espacio lector. Imaginad mi sorpresa cuando al cerrarlo me di cuenta de que me lo había bebido hasta finalizarlo del tirón. Hoy traigo a mi estantería virtual, Un buen invierno para Garrapata.

    Conocemos a Garrapata. Es un perro, un perro que vive muy bien en una casa de lujo, ajeno a que su dueño es un hombre poco recomendable. La novia de su dueño tampoco es precisamente un ramo de virtudes, y con ella estaba cuando robaron al perro. Los secuestradores del perro... es evidente, tampoco van a ser buena gente, ni los amigos del dueño o de la novia o de los ladrones. Al final sólo nos va a quedar la autoridad... posiblemente esos sean de fiar.

     Lo cierto es que me ha durado un suspiro esta historia que comienza con el secuestro de un perro. en ella viviremos durante 24 horas en las que cae una incesante lluvia las peripecias de este grupo de perdedores que tendrán que luchar por salir del atolladero. El peso de la acción recaerá en Nina, una mujer un tanto disoluta que mantiene una relación con un mafioso, y El Gitano, uno de los artífices del secuestro del perro. Ambos forman un dúo de supervivientes en medio de un embrollo que se va liando cada vez más en el que no faltan muertes, dinero escondido y secretos. Junto a ellos viviremos los apuros de dos personas que se esfuerzan por sobrevivir intentando buscar la forma de salir de sus propias vidas, aunque para ello tengan que meterse en "pellejos" no muy recomendables.

     Con un estilo tan rápido como fluido y con descripciones que son apenas unas pinceladas gruesas, el autor consigue engancharnos a la lectura de este libro de apenas doscientas páginas en el que entra en coloquialismos sin apabullar al lector. Todo muy medido para darnos las dosis justas de acción, intriga y, por qué no, sentido del humor. Porque sí, me he sonreído y pensado y ¿por qué no?, ¿quién dijo que un perro no puede llevar de nombre Garrapata?

     Hoy os invito a una novela negra de las que se escriben sin traspasar nuestras fronteras, de esas que no buscan islas de nombres impronunciables aunque también rueden cabezas. A mi me gusta ir descubriendo historias. Esta me ha hecho pasar un muy buen rato.

     Y vosotros, ¿sois lectores de novela negra venida del frío o ni os fijáis en ese tipo de cosas?

     Gracias


jueves, 14 de noviembre de 2013

El amante. Marguerite Duras




     "Un día. ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo. La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su juventud. Su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado."

     Tardé mucho en decidirme a leer el título que os acerco hoy. Sobre todo porque me daba miedo encontrarme con una historia de amor normal y corriente que no me aportase más. Sin embargo cuando se mira mucho un libro, este acaba por venir a casa, o al menos esa es mi experiencia. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El amante.

     A finales de los años veinte en pleno colonialismo francés en Indochina, viviremos el amor entre una niña blanca de quince años que no es otra que la autora, y un rico comerciante chino de veintiséis.

      Hoy llego con una novela corta, de esas que disfruto alternando con voluminosos libros capaces de intimidar. Y pese a su brevedad uno se quedaría muy corto si dijera que es sólo una historia de amor. Porque pese a existir, el libro tiene otra base importante que es la familia de la protagonista. Una familia que es el contrapunto, una familia que se ha roto y en la que queda una madre que se desvive por un hijo que, a todas luces no merece la pena. Una familia que la hace sentir sola y a la vez la empuja hacia la única persona que parece darle consuelo. Y también es un libro que abre y cierra etapas. El erotismo presente en la obra es a su vez el paso de la infancia a la vida adulta. Descubre en su amante el umbral a una madurez que aún no percibe hasta que no es tarde y también se asoma a unas tradiciones que le quedan ajenas, como los matrimonios concertados. Por eso me llama la atención cuando hablan del erotismo de este libro. Porque tiene mucho más que erotismo, tiene una historia.

     Las formas. Ahora me toca explicaros que la prosa de Duras es diferente sin asustar al lector que aún no se ha acercado a conocerla. Hablaremos entonces de frases cortas, directas, de ausencia de romanticismo y de párrafos igualmente cortos. Os diré que cada palabra es como un disparo programado, preciso, y que no por eso tenemos la sensación de estar leyendo un informe, sino una novela. Somos conscientes de estar ante una historia construida de recuerdos precisamente por eso, percibimos las conexiones que se producen entre ellos en los pequeños saltos que construyen esta historia a la que percibí un regusto triste.

   Tengo que decir que me sorprendió mi acercamiento a Duras. Posiblemente repita por esto último que os comentaba: las formas.

     Y vosotros, hoy os pido algo que me va a venir estupendamente. ¿Me podéis recomendar un libro romántico que sea más que un libro romántico?

     Gracias


miércoles, 13 de noviembre de 2013

La cartera del cretino. Kurt Vonnegut




   "Entre tibio y Tombuctú
     Un joven pintor, cuya esposa había fallecido en un accidente automovilístico dos semanas atrás, se encontraba de pie ante las puertas abiertas de su estudio en una casa silenciosa. Tenía los pies muy separado, como si se dispusiera a atacar a alguien, y el gesto de frustración de su rostro contradecía la apacible escena que tenía ante sí."

     Siempre me ha gustado la palabra cuentista. Puede que ahora se haya convertido en algo casi peyorativo, pero la fascinación que nos hacían sentir los cuentos cuando éramos niños, hace que prefiera hablar de cuentistas para referirme a esos autores cuyos relatos me gustan especialmente. Quizás por eso también disfruto con las novelas cortas, cortísimas incluso. Vestigios. Hoy traigo un libro de relatos de un gran cuentista, hoy traigo a mi estantería virtual, La cartera del cretino.

    Escribir la sinopsis de un libro de relatos suele pasar por enumerarlos e ir contando de forma muy resumida lo que nos encontramos en cada uno. Pues bien, me niego a hacerlo así ya que la mayor cualidad de un buen cuentista es ser capaz de montar una historia en un puñado de líneas, y si alguien no ha visualizado perfectamente con el fragmento inicial la escena que nos estaban contando, añadiendo incluso un par de matices propios... que levante la mano. Teniendo esa capacidad creo que lo adecuado es dejar que os forméis vosotros mismos la historia letra a letra.

     Descubrí a Vonnegut con Matadero 5 y, a partir de ahí, he ido leyendo todos los títulos que caían en mis manos. Por eso la sorpresa y alegría fue mayúscula cuando me enteré de esta publicación. La cartera del cretino es una perfecta toma de contacto con un autor que sigue siendo desconocido para una gran parte de la población en nuestro país. Además empieza este libro hablando del tiempo, jugando con el tiempo, un clásico en él, y lo hace ya desde el título de su relato en un guiño a una de sus obras más conocidas. Encontramos personajes cercanos, personas por las que el tiempo pasa medido en días, gente buscando recuperar un pasado, obsesiones, control, giros inesperados de esos que la vida nos da a modo de lección y también ese tono casi irónico que nos aporta Vonnegut cuando menos lo esperamos. Encontramos sentimientos, errores, suficiencia, admiración por la belleza, amor, segundas oportunidades... y también viajes, teatro, recuerdos. Todo cabe y queda perfectamente estructurado y definido en cada una de las historias que Vonnegut compone para deleite del lector.

     También topamos, como no, con la ciencia ficción en uno de los relatos. Esa que hubiéramos echado de menos los lectores habituales, esa que reconocemos a distancia pese a que seguimos manteniendo que es un autor inclasificable por muchos motivos.
     Descubrir a Vonnegut es adentrarse en una literatura difícil de olvidar, en claroscuros y mundos imaginados que se funden con la realidad hasta formar una amalgama que nos atrapa. Es cerrar una historia buscando la siguiente. Es saber que en un diccionario anglosajón, entre las palabras tímido y Tombuctú, todas las que aparecen están relacionadas con el tiempo. Y es recomendarlo a quien quiera escuchar.

     Y vosotros, ¿qué autor es al que siempre recomendáis sin poder evitarlo cuando os piden consejo para elegir libro?

     Gracias

     PD: Y no os he dicho nada de la preciosa edición. De hecho el borde de las páginas es del color de alguna de las fotos que he visto de un satélite en particular: Titán.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Dublinesca. Enrique Vila-Matas




     "Pertenece a la cada vez ya más rara estirpe de los escritores cultos, literarios. Y asiste todos los días conmovido al espectáculo de ver cómo la rama noble de su oficio -editores que todavía leen y a los que les ha atraído siempre la literatura- se van extinguiendo sigilosamente a comienzos de este siglo. Tuvo problemas hace dos años, pero supo cerrar a tiempo la editorial que a fina de cuentas, aún habiendo alcanzado un notable prestigio, marchaba con asombrosa obstinación a la quiebra."

     Echando un vistazo a mi biblioteca virtual, no he podido evitar darme cuenta de que apenas traje a Vila-Matas. Imperdonable teniendo en cuenta las horas de placer que me ha proporcionado su lectura y en algunos casos relectura. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Dublinesca.

     Conocemos a Samuel Riba, ex editor. Su editorial ha caído porque ahora los tiempos que corren están marcados por los superventas y no por la calidad de antaño. Deprimido ante su nueva situación se va con tres amigos escritores a recorrer el Dublin de Joyce, un poco como homenaje a éste, un poco como búsqueda y también como despedida de una época literaria.

     Quizás no sea sólo que haya pensado que no era justo haber traído más libros de Vila-Matas, o que me gusten sus formas, su ironía, sus gustos que deja patentes... quizás sea también que dentro de esta moda que hay de leer libros que versen sobre libros, no nos solemos acordar de este autor. Porque los libros de Vila-Matas hablan sobre literatura, sobre libros, dan fechas, citas, ideas. Y no necesitan ser metaliteratura solamente aunque se adentren en ella. Mezclan experiencias con pensamientos y ficción para crear un universo particularmente atractivo para el lectora empedernido. Y eso hace también en Dublinesca al que, por ponerle un punto discordante, diré que el final no fue totalmente de mi agrado.
   
     Siempre es un placer leer a Vila-Matas. Es difícil no acabar haciendo como propias sus reflexiones y, lejos de compadecer a Ribas por su estado de ánimo, lo hacemos propio asistiendo al cambio y recorriendo su trayectoria durante los tres meses que dura la obra. Aparece Ulises, claro, pero también Auster o Becket  y tal vez por contarse entre mis nombres preferidos, disfruté tremendamente con esta suerte de homenaje salpicado de cine y música. Reflexiones sobre un cambio hacia lo digital que ya tenemos encima, literatura, ciudades interesantes, más literatura... constituyen los ejes de una novela con unos personajes cercanos a los que pronto podemos tutear sin problemas. Incluso Riba nos parece simpático dentro de sus rarezas. Es cierto que es un libro que de disfruta más si uno ha leído Ulises, pero el tema es absolutamente irresistible. En realidad cualquiera del autor que roce estos derroteros lo es ya que ha conseguido convertirse en una voz discordante capaz de hablar del panorama literario actual sin pelos en la lengua.

     Si aún no habéis descubierto a Vila-Matas, os recomendaría acercaros al autor, anticipo que será un placer. Tal vez no con Dublinesca, pero tiene muchos títulos para elegir. Por ejemplo, Aire de Dylan.

    Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

    Gracias

sábado, 9 de noviembre de 2013

Una maleta. Libros. Un viaje




     "Toda ciudad necesita una novela dedicada a ella. París tiene su novela, o Madrid, o Barcelona. Bilbao me di cuenta de que no la tenía, había que escribirla."
Félix G. Modroño 
Autor de La ciudad de los ojos grises

     Dicen que este año la gente ha podido viajar menos. La crisis. Mucha gente ve programas de viajes, documentales de la naturaleza, incluso el Google Earth nos echa un cable para que podamos visitar las ciudades a las que no llegamos. Pero claro, nos perdemos los olores, las gentes, las calles, los ambientes... no es lo mismo. Por eso yo cuando quiero viajar desde mi casa, acudo a los libros. No a esas aburridas guías de viaje que vienen repletas de mapas y fotos de monumentos y que sólo me sirven para hacerme creer que soy capaz de leer un mapa, sino a las novelas.
      Este año comencé mi viaje en Santander. Leyendo La saga de los Longevos me pasee por sus calles, plazas y restaurantes hasta pararme en un monumento que recuerda el incendio que destruyó parte de la ciudad hace unos años, así que aproveché esa pequeña puerta en el tiempo para conocer el otro Santander, el añejo, de la mano de Galdós. Un imprescindible que además hizo que mis pasos terminasen frente a una cita suya en mi playa favorita. Pero había que seguir viajando, tantos lugares y destinos que me costó elegir. Y lo hice tímidamente, esta vez me fui a Oviedo, Vetusta, de la mano de La regenta para descubrir sus calles y costumbres, con ese sabor a obra maestra respetable, con clase. Avancé hasta Santiago de Compostela, porque me gustan las ciudades con misterios y me habían dicho que allí estaba El ángel perdido. Lo encontré entre estrechas calles y algún bar de tapas para hacer un descanso tras bajar las escaleras hasta la Plaza del Obradoiro. Y busqué entonces un cambio, aún sin alejar mis pasos demasiado, así que me tocaba ir a Bilbao y recorrer una ciudad en constante cambio. Lo hice con La ciudad de los ojos grises descubriendo anécdotas y restaurantes, bares y mercados y, como no, una ciudad que se abría paso con fuerza hacia la modernidad. Tantos lugares para visitar... tantas cosas por ver... que decidí hacer algo que no hubiera podido en la vida real y es asomarme a La Fiesta de los San Fermines, gracias a Hemingway para luego hacer una parada y descansar de tanta carrera junto a Zafón en Barcelona, una ciudad por cierto que tenía mucho por enseñarme. No en vano Mendoza nos había avisado que era La ciudad de los prodigios. Como prodigiosa se siente también Madrid, llena de historias, incluso con un Barrio de las Letras. Aquí puedo elegir si quiero conocer la ciudad de Fortunata y Jacinta o los barrios de Historias del Kronen. Puedo perderme en un museo buscando El maestro del Prado, puedo hacer casi de todo, menos parar. Porque me espera El hereje para enseñarme Valladolid y preguntarme si, tal vez, he pensado que en Valencia hay Cañas y Barro o en Sevilla La piel del tambor o mejor, tengo una guía excepcional si consulto a Matilde Asensi. Tantas ciudades, tantos lugares... tantas cosas por ver que empiezo a sentir que el tiempo se acorta y se acaba el día, que la maleta pesa cada vez menos y no me queda apenas espacio para almacenar las fotografías que quedan marcadas a fuego en pequeñas descripciones de apenas un puñado de párrafos.

     Pero a estas alturas ya es tarde pensar en regresar. Ya me siento casi fugitiva de mi propia casa y cuando cierro el libro no soy capaz de reconocer las paredes que me rodean ni el lado de la cama en el que tengo que dormir. Así que busco viajes más largos, ya sin miedo a perderme y terminar en El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas porque sé que se trata de Tokio, y que allí me espera Murakami para mostrarme sus rincones y sus espacios secretos ocultos a la vista. Y también quiero conocer París, pero no ese París romántico que aún no me he decidido a abordar, sino el de Los tres mosqueteros lleno de intrigas y traiciones en cada callejón oscuro sabiendo que para los traidores hay un lugar perfecto: San Petersburgo, porque allí tienen una máxima, Crimen y castigo, y nadie se escapa. No como yo, que empiezo a echar en falta una cara amable. Cojo mi maleta, cada vez más pequeña, y me dirijo mapa en mano buscando una sonrisa de esas que hacen que salta el sol. La sonrisa Etrusca, estoy ahora en Milán, incluso triste pensando en La insoportable levedad del ser... que me lleva a abrir los ojos en una nueva ciudad: Praga, monumental, preciosa, como Venecia donde aún hay luto por lo que llamaron Muerte en Venecia y que ni siquiera La tempestad pudo borrar. Me paro un segundo mirando el mapa, dudando si conocer Nueva York, si llamar a Auster para que me enseñe Brooklyn Follies o dejarme caer por La frontera de McCarthy unos centímetros más abajo en México. Pero, como ya he dicho es tarde, y empiezo a estar cansada, así que me decido por un viaje en el tiempo para irme acercando a casa, parando en Londres con Dickens y tomando un té a media tarde para coger fuerzas y terminar mi viaje literario en Lisboa. Allí dicen que Sostiene Pereira se hizo un dicho conocido, pero creo que hoy, antes de acostarme sin saber donde amaneceré mañana, prefiero mirar un momento las letras de Pessoa. Esta noche, para descansar de mi viaje, quiero perderme por los barrios de esta hermosa ciudad.

     Y vosotros, ¿Qué ciudad estáis visitando con vuestra actual lectura?

     Gracias


   

viernes, 8 de noviembre de 2013

Los años de peregrinación del chico sin color. Haruki Murakami




     "Desde el mes de julio del segundo curso de carrera hasta enero del año siguiente, Tsukuru Tazaki vivió pensando en morir. Entretanto, cumplió veinte años, pero esa muesca en el tiempo no significó nada para él. Durante esos meses, la idea de acabar con su vida le parecía de lo más natural y legítima. Todavía ahora, mucho tiempo después, ignoraba la razón por la que no había dado ese último paso, a pesar de que, en aquel entonces, franquear el umbral que separaba la vida de la muerte le habría resultado más fácil que tragarse un huevo crudo."

     Vuelve Murakami, eterno nominado entre lectores y críticos a los grandes premios; amado, odiado, pero sobre todo, leído. Esta vez no hemos tenido que esperar demasiado para tener su obra en las librerías y muchos nos hemos lanzado a buscarla con avidez deseando saber lo que escondía esa portada llena de lápices de colores capitaneados por el blanco. Así, hoy traigo a mi estantería virtual, Los años de peregrinación del chico sin color.

     Conocemos a Tsukuru, un joven en la treintena que se dedica a diseñar y construir estaciones. Recuerda, de hecho es incapaz de olvidar, la pandilla de jóvenes a la que pertenecía en su adolescencia. Un singular grupo en el que todos llevaban el color en su apellido, del rojo al azul pasando por el blanco y el negro... bueno, todos menos él. Él no tiene color. Recuerda que un día cualquiera sus amigos decidieron que ya no pertenecía a el grupo y lo echaron, y también la sensación de verse apartado sin conocer el motivo y la vergüenza por preguntar. Y la soledad y la desolación que le supuso esta situación, dejándolo al borde del suicidio sin comprender lo que había pasado. Y nos enseña también su vida actual, porque es evidente que no se suicidó.

     Y esta es la historia que Murakami nos presenta. Y lo hace fiel a sus constantes, casi cayendo en sus propios clichés. Un chico joven con heridas, una mirada introspectiva, hacia dentro y otra que nos muestra el mundo que lo rodea con un narrador omnisciente, inseguridades, sexo, complejos, y las luces y sombras del pensamiento. Ese poner un pie en nuestro mundo y otro en el suyo, el que nos enseña en sus libros. Acompañamos de este modo al protagonista en su peregrinaje por la vida con el estigma que le supone no tener color hasta llegar a ese punto de inflexión que lo empuja finalmente a moverse, y lo hacemos a través de las letras cargadas de simbolismos de Murakami. Hermosas, tranquilas, fluidas... incluso en sus partes oscuras. Porque por supuesto que hay una zona oscura, tiene que haberla. Exactamente igual que hay heridas en el interior de cada persona. Y ahí estamos nosotros para mirar.

     Alguna vez he hablado de los finales de Murakami.  Me obliga a hacerlo. No por sus letras sino por las sensaciones que despierta. Tal vez lo más llamativo de esta novela es la posibilidad que se le ofrece al lector de asomarse a si mismo mientras observa a Tsukuru, la de vernos de alguna forma o distinguirnos en alguna de sus partes. Y por eso llegamos a un final perfecto, como la vida. Hace mucho tiempo que renuncié a esos finales habituales con mundos atados y amordazados al acercarme a este autor. Y ni siquiera los hecho de menos, ni tampoco lo hace el lector consecuente que se deja llevar disfrutando del libro página a página.

     Tengo que decir que para mi es un placer leer a Murakami. Y releerlo buscando las palabras escondidas que me había perdido, que siempre las hay. Por eso hoy os invito a descubrir su último libro. O cualquiera de los anteriores.

     Y vosotros, ¿habéis descubierto ya a Murakami?

     Gracias

   
   

jueves, 7 de noviembre de 2013

Dispara, yo ya estoy muerto. Julia Navarro




     "Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando." Aquella frase de Mohamed Ziad la había atormentado desde el mismo instante en que la había escuchado de labios de su hijo Wädi Ziad. No podía dejar de pensar en aquellas palabras mientras conducía bajo un sol implacable que doraba las piedras del camino."

     Mi relación con Julia Navarro es irregular, depende del libro o tal vez del momento me gusta o simplemente me entretiene. Sin embargo era difícil resistirse a un libro que asoma en cada rincón. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Dispara, yo ya estoy muerto.

     Conocemos a Marian, cooperante en una ONG que desde Palestina redacta un informe sobre los asentamientos judíos. Se pone en contacto con Ezequiel, quien le contará la historia de su familia mientras escucha de versión de la familia árabe, Ziad.

     Una de las cosas que más me han gustado de esta novela es la ambientación. Siempre me atraen los libros que me cuentan cosas que desconcozco y aquí Julia Navarro desembarca con información sobre Palestina y el conflicto árabe-israelí. No sólo como fondo de la historia sino también como contexto que afecta a las personas que tienen que vivirlo. Y consigue hacerlo sin hacer que el lector se sienta adoctrinado por la opinión del escritor, lo cual es un gran mérito. Y sin que todo el peso de la novela recaiga en ello, ya que es una novela de personas. ¿Personajes?, muchos, a veces incluso demasiados, y protagonistas que acabamos conociendo como la palma de nuestra mano... o eso creemos. Samuel y Ahmed, judío y árabe, amigos, unidos y a la vez separados por la situación que les toca vivir tendrán que luchar por seguir siéndolo.
 
     La novela alterna la vida de estas familias a lo largo de un siglo pasando por Jerusalén, Varsovia o Toledo y hablando de amores, muerte, odios, guerras, promesas, conflictos religiosos... y así tiene que ser para poder ocupar sus más de novecientas páginas y hacerlo de una forma fluida. Si es cierto que hay un momento en que la novela me dio la sensación de pararse un poco y que, como suele suceder ante muchos libros extensos, una se pregunta si no hubiera estado un poquito mejor acortando el número de páginas, pero la historia se recupera bastante bien para terminar con un buen broche final.
     Demuestra Julia que se siente cómoda tanto en el género como en la estructura y, aquellos que leímos Dime quien soy, podemos reconocer perfectamente el estilo, las formas e incluso la necesidad de extenderse. Esta vez nos trae dos voces, dos versiones y una historia que va enganchando a sus páginas pese a mantener un ritmo calmo. Una novela histórica en un contexto que sigue siendo actualidad, una saga familiar, incluso a ratos podría hablarse de novelón. Todo eso nos encontramos en Dispara, yo ya estoy muerto. Además de un título muy atractivo y una primera frase casi lapidaria en un título que me ha resultado muy interesante.

     Y vosotros, ¿os dejaréis llevar por Julia Navarro o sois de los que miráis con recelo los libros literalmente pesados?

     Gracias

     Y hoy también, el book trailer


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Guardianes de sueños. El libro de Morfeo. Ricard Luis & Alex Hinojo




     "¿Alguna vez habéis soñado que os caíais por un pozo sin fondo? ¿O que un ser invisible os tiraba del pelo sin que nadie se diera cuenta?¿Habéis necesitado alguna noche despertaros porque os perdíais en un bosque sin luna? ¿O porque abríais una puerta y temblabais tanto que no os atrevíais a mirar?¿Os habéis levantado con la cama revuelta después de huir durante horas de una fiera, un monstruo o un fantasma?"

     No se si os pasa, pero en mi caso hay libros de hace años, cuando llevaba coletas, que aún recuerdo con cariño e interés. Esos que cogía por casualidad o tal vez un regalo y que llenaron mis horas presentándome a Momo y a Bastián. Por eso de vez en cuando echo un vistazo a libros infantiles o juveniles, por si aparece un nuevo Fujur. Y por eso hoy traigo a mi estantería virtual Guardianes de sueños. El libro de Morfeo.

     Conocemos a Serena, Virginia, Raúl y Simón cuatro amigos en edad escolar que se enfrentan a los finales. Es justo ese momento cuando sus noches empiezan a verse perturbadas por extraños sueños que, curiosamente comparten y en los que aparece el padre de una compañera de colegio. Pronto descubrirán que ellos son de los denominados Guardianes, unas personas encargadas de proteger Tierra Onírica, el lugar en el que viven los sueños. Y precisamente la tendrán que proteger de Letargo, el padre de su compañera, contando para ellos con la ayuda de un gato y del abuelo de Serena.

     Este libro está pensado para niños de más de diez años, lectores incipientes que buscan historias que les entretengan y, sobre todo, llamen su atención. Posiblemente por eso hayan buscado una Tierra Onírica para usarlo como puerta a la fantasía, porque en los sueños todo es posible y tiene cabida absolutamente todo. Y nos transportan a una fantasía que tiene un regusto a las dos obras que aludía al comienzo. No pude quitarme esos ecos a Ende durante una lectura que he disfrutado como si tuviera los años recomendados.

     Se completa con ilustraciones que tiñen las páginas de un azul acorde con lo que nos narra este dúo literario que improvisa un divertido libro de aventuras sobre el peligro que puede implicar que alguien manipule el libro en el que se escriben los sueños. Porque de eso trata el libro, de sueños y de soñar. Y de salvar al mundo. Y permite a los lectores soñar con mundos en peligro con hierbas de verdes mares y agua respirable. Mundos en los que todo es posible y que son habituados por los seres más curiosos, incluidos gatos parlantes. Narrado en primera persona, pronto coge el tono atropellado de una niña que acaba de salir de esa aventura, una aventura que parece no termina de creerse ni siquiera ella misma, pero que tiene la necesidad de compartir con nosotros y que, a buen seguro, provocará en el lector la necesidad de continuar con la historia.
     Porque en este caso ya sabemos que habrá una continuación. Y aquí, personalmente, me parece una ventaja. Hoy los niños tienen muchas distracciones que pueden parecerles más atractivas que un libro: hay un montón de videoconsolas y de canales de televisión y juegos que llenan sus horas de ocio sin dejarles tiempo o ganas de leer. Por eso cuando encuentro un libro dirigido a ellos que creo puede ser apropiado, siempre miro si continúa. Porque en eso son fieles, y si encuentras justo la historia que les gusta... sabes que querrán más.

     Hoy vengo con una recomendación de esas que vienen bien para fechas venideras. Y si me lo permitís añado otra. Si cae en vuestras manos, echad un ojo a la historia. Estoy segura de que os pasará como a mi y disfrutaréis sin importar vuestra edad. Porque os aseguro que mi infancia queda bastante lejos. De hecho... en aquellos años, la vida aún era en blanco y negro. Y aún así he disfrutado mucho de la lectura.

     Y vosotros, ¿alguna vez recordáis libros infantiles o juveniles? ¿O acaso aún echáis un ojo a los títulos que van saliendo?

     Gracias

     Hoy os dejo el book trailer:


martes, 5 de noviembre de 2013

El crucero de la chatarra rodante. F. Scott Fitzgerald




     "El sol, que había estado golpeando ligeramente mis párpados cerrados durante una hora, me aporreó de repente los ojos con potentes y cálidos martillazos. La habitación quedó inundada de luz, y las diluidas frivolidades del empapelado lloraron el florido triunfo del mediodía. Desperté en Connecticut y volví a la normalidad.
     Zelda estaba despierta. Obvio, pues al cabo de un instante entró en mi cuarto cantando a voz en grito. Me gusta escuchar a Zelda cuando canta bajito, pero cuando lo hace gritando suelo ponerme yo a cantar también a gritos para defenderme."

     Fitzgerald pertenece a ese grupo de autores que para muchos sólo es conocido por uno o dos libros. A partir de ahí es un desconocido. Precisamente por eso merece la pena echar un vistazo al resto de su obra para tener un acercamiento al autor que no esté condicionado por la fama de Gatsby y Button. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El crucero de la chatarra rodante.

     En este libro conocemos al autor y a su esposa Zelda durante un viaje de aproximadamente 2.000 kilómetros por los Estados Unidos. La chatarra rodante es su autormóvil, y lo llama así por la cantidad de averías y talleres que los obliga a visitar durante el trayecto entre carreteras polvorientas y hoteles viejos.

    Hoy vengo con una novela corta o relato largo de un autor de sobra conocido. Investigando un poco es fácil descubrir que este título fue inicialmente rechazado para su publicación, lo cual no es tan sorprendente si se tiene en cuenta que Fitzgerald tuvo una producción de calidad irregular. Comenzando con un éxito arrollador se caracterizó por sus altibajos literarios, muchas veces condicionados por las facturas que tenía que pagar, entre otras cosas, del tratamiento de su esposa. Una mujer cuyo carácter caprichoso se vislumbra ya en esta road novel y que acabaría pasando por varios intentos de suicidio y terminando bajo tratamiento psiquiátrico.
     En este libro, ambientado en una época particularmente llamativa que terminaría bruscamente con la Gran Depresión, nos encontramos con una pareja divertida, a ratos ingenua, que nos relata sus peripecias automovilísticas cuando tener un automóvil deslumbraba aún a todo el mundo por muy estropeado que fuera. El recorrido, las fantásticas descripciones y los diálogos chispeantes, llenos de humor, consiguen que se lea en apenas un par de horas y sin despegarnos la sonrisa de los labios como quien escucha a unos amigos relatar las anécdotas de un viaje.

     La vida de Fitzgerald siempre me ha resultado llamativa, y he buscado leer sobre ella. Reflejada parcialmente en muchos de sus libros, en este lo hace de forma más directa. Incluso nos deja una imagen suya un tanto estirada en un libro que destaca por su optimismo y por el particular sentido del humor que imprime a la obra. Si buscáis algo ligero que se desmarque de las historias habituales de la época, posiblemente este sea vuestro libro. Perfecto para alternar con lecturas más densas.

     Y vosotros, ¿qué libro tenéis entra manos esta semana? Yo sigo con El arco iris de la gravedad.

     Gracias
   

sábado, 2 de noviembre de 2013

Idealizando librerías



Librería Molist. La de antes
     "Acaricia los libros con las manos, con los ojos, quizá incluso, tal vez, con el oído, el olfato y el gusto. Como si de las joyas más preciadas se tratara. Lee, oye, escucha, sugiere, orienta, resume, juzga, y ello sin fanatismos, dogmatismos, aunque sí con una dosis, suficiente y profiláctica, de escepticismo."

     Por mucho que crezcamos, idealizamos. Idealizamos a quienes amamos, los lugares que recordamos de niños, Proust idealizó una magdalena, a quienes nos emocionan... a los artistas, pintores, idealizamos los libros. Y también, idealizamos las librerías.

     Pensamos que son templos, queremos tener una, ser libreros de letras, no por venderlas sino por vivirlas. Como lo hizo tal o cual personaje en una librería que fue ambulante, o encantada, o de verano o abiertas 24 horas y nos imaginamos detrás de un mostrador en una suerte de tertulia permanente e interesante con lectores que irían llegando de todas partes. Tal vez, por qué no, es nuestro ideal, unas escaleras enormes de esas con ruedas en la parte inferior, que rueden para alcanzar los libros más lejanos. Pero la realidad es diferente... Las librerías, esos pequeños cofres repletos de tesoros al portador, son negocios. no en el sentido peyorativo de la palabra, no, sino en el más básico. Por eso ahora también se ven afectadas por esta maldita crisis que no termina de dejarnos espacio. Y como tales encontramos expositores con novedades, Best Seller y profesionales de la venta detrás del mostrador. Vemos muchas con luces frías, y títulos conocidos, en las que nos puede costar encontrar esa rareza que tenemos tantas ganas de leer. No les condenemos por ello, entendámoslo... se trata de su negocio, independientemente de si es o no su pasión y como tal han de tratarlo; no sólo eso sino que cuanto mayor es la pasión más difícil ha de ser convertirla en negocio. Estoy segura de ello.

     Pero que nos entiendan también a nosotros, los enamorados de las letras, de las librerías pequeñas y de tonos cálidos, de los libros. Y de vez en cuando, nosotros que idealizamos, encontramos una librería o un librero. Tal vez un lugar cuya semilla fue un hombre colocando libros en el escaparate de un almacén fuera el germen que necesitaba su hijo Enrique para convertirse en un gran librero. Estamos en A Coruña, en la Librería Molist, uno de esos lugares que nos cuentan una gran historia en cada pequeño espacio. Allí estuvo hasta no hace mucho Enrique Molist, un hombre que conocía su trabajo y cuya mirada encerraba las mil historias que había leído y la pasión por las que le restaban por leer. Uno podía llegar allí con una idea y salir con un descubrimiento bajo el brazo. Allí estuvo muchos años ayudando a escritores que comenzaban, recomendando libros, hablando de historias ajenas. Y lo haría muchas veces bajo la atenta mirada de Mercedes Muñoz, quien a buen seguro nos podría contar como entró buscando material de arte a esa librería que acabó siendo como una segunda casa para ella . Un lugar que generó incluso leyendas mil veces desmentidas sobre libros de estraperlo y que tal vez, sólo tal vez, quedarían como indicativo de que el propio lugar y su propietario estaba destinado a tener su propia leyenda, esta vez cierta, de generaciones entre paredes de tonos cálidos forradas de libros. Hoy, si decidís acercaros, encontraréis allí a la hija de ambos, Mercedes, una mujer apasionada de la que me han dicho que, si miras de frente, con atención, mientras te dejas llevar por el encanto del lugar y sus historias, puedes ver en sus ojos el mismo brillo que se veían en los de su padre. Una de esas sonrisas que no necesitan labios y que nos dicen que estamos ante un librero, de esos que tanto apreciamos, de esos a los que deberíamos cuidar.

     Este fin de semana me acercaré a a Librería Molist sabiendo que el primer tesoro será pisarla. Llevo tiempo hablando en Facebook de rutas libreras, mostrando sitios, diciendo que hay que cuidarlas, mimarlas, visitarlas, conservarlas...Hoy estaré justo aquí.

     Y vosotros, ¿Qué librería me recomendáis visitar?

     Gracias

viernes, 1 de noviembre de 2013

Libre te quiero. Agustín García Calvo




Libre te quiero, 
como arroyo que brinca
de peña en peña. 
Pero no mía.
Grande te quiero, 
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.


     Uno muchas veces no sabe cómo le llegan las cosas. A mi este poema me llegó en forma de canción, y así me lo tomé. Una hermosa canción que luego descubrí era un poema de un tal Agustín García Calvo, y  seguí la estela hasta llegar a su obra. Este sigue siendo el poema que más me gusta de García Calvo, y hoy empiezo la entrada con la canción que me lo descubrió y que me hizo pensar que tal vez hay compositores que tiene algo de poetas o poetas que son compositores... no lo sé.

     Si alguna vez he dicho que no me gustan los poemas románticos al uso. Te quiero, dice, y te quiero libre. Siempre he pensado que decir te quiero parece algo cada vez más fácil, y que eso no significa que lo sea, evidentemente. Supongo que hay palabras que se dicen con soltura, tal vez demasiada. No lo se. Lo difícil, dicen, es querer bien. Y qué mejor manera de hacerlo que querer libre, nos propone este autor.

    Viernes, una fecha en la que muchos recordamos y otros no necesitamos de fechas. Un poema y un sentimiento, porque por supuesto, hay muchas formas de querer. Lo bueno,o lo mejor de la poesía es que hay tantas lecturas como ojos y la interpretación es libre en función de lo que nos haga sentir.

     Y vosotros, ¿me dejáis hoy canciones que os parezcan particularmente hermosas?

     Gracias